En torno a estos días santos que nos propone la Iglesia para conmemorar el acto de amor más grande que un hombre ha manifestado sobre la tierra, al dar su vida por la humanidad, les invito a reflexionar sobre algunos escenarios y protagonistas que nos pueden ayudar a hacer un buen ejercicio de meditación en torno al Triduo Pascual.
Encuentros
La lógica del servicio en la Última Cena está enmarcada en inclinarse a lavarle los pies a otros, esto desconcierta, pero libera frente a la lógica de una sociedad donde todo es negociable. El llamado a ser parte del Señor sirviendo, se encarna cuando somos pan partido para los demás, cómo lo celebramos en cada Eucaristía.
A veces nos puede pasar como Pedro, salimos contentos de estar con Jesús, pero en el día a día nos dormimos, reaccionamos mal, entramos en miedo y negamos con nuestra vida lo que creemos. Pero Pedro tiene la valentía de aceptar su error y desde las lágrimas arrepentirse. He aquí, lo que no se nos puede olvidar. Es en la fragilidad donde descubrimos que el Señor actúa desde su gracia y tiempo.
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En un mundo que nos exige perfección y se mueve en la utilidad, Jesús nos enseña que la vida debe dejar de ser una competencia por demostrar quienes somos e iniciar un camino de conversión que ayude a reconocer la fragilidad. Pedro pudo iniciar, cuando le entrego a Jesús su debilidad envuelta en lágrimas.
Jaulas vs Intemperie
La pasión es la historia de la libertad de muchas personas. Entendiendo la libertad como aquello que me lleva a decidir y asumir desde un profundo discernimiento. La pasión del Señor nos presenta unas encrucijadas que pueden iluminar nuestra libertad, y que las presentó a través de los tres juicios de Jesús.
El Juicio frente a Caifás se presenta entre las seguridades estables, que no dejan fisuras, ni espacio abierto a la duda, envueltos en criterios que dan más importancia a las formas que a la esencia; frente al camino de descolocar y abrirse a lo nuevo que ofrece Jesús.
El Juicio frente a Herodes es la opción entre la superficialidad o la profundidad. Herodes un hombre que no se entera de nada de la pasión, busca entretenerse. Hoy nuestra sensibilidad contemporánea va surfeando por la vida de estímulo en estímulo, pero sin llevarnos a entender las profundidades de lo que vivimos. Jesús representa la profundidad de la realidad, cuando te zambulles en las entrañas de las historias que están llenas de alegrías y tristezas y comienzas a vivir la compasión.
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El Juicio frente a Pilatos. Es un hombre que tiene controlada la situación, tiene que elegir desde su propio interés, le conviene que no haya disturbios, que los judíos estén contentos y estar bien con las autoridades judías; por ello no ve con discernimiento la Verdad. Jesús no pone delante su propio interés, sino la Verdad que ha ido descubriendo y trasmite a todos los heridos por el pecado.
Al salir de esas tres encrucijadas tenemos dos escenarios. Caifás, Herodes y Pilatos decidieron uno, su jaula de oro, lugar donde aparentemente se tienen las seguridades.
La otra alternativa es el camino de Jesús: la intemperie, que es un espacio donde la vida no se vive con protecciones y seguridades, sino en la capacidad de asombro desde lo que se vive y reflexiona.
En la intemperie la vida tiene su pasión, su hondura, su realidad, su profundidad, su alegría, su tristeza, sus lágrimas. Este camino lo han testimoniado Francisco de Asís, Ignacio de Loyola, Teresa de Calcuta, Mons. Romero.
Perdón y soledad
La Cruz es un escenario donde Jesús nos presenta lo que se necesita para vivir: La capacidad de perdonar, no cualquier tipo de perdón, sino aquel que es radical, el perdón a aquellos que ni siquiera son consciente de lo que están haciendo.
La capacidad de colocarse en el lugar del otro, mostrando compasión y ganándose la misericordia eterna. La capacidad de sentirse unido a los otros en la debilidad y la prueba, tú en mí, yo en todos, todos juntos en ti Señor.
La experiencia de soledad, sed y de pedir ayuda. El sentido que en nuestra vida hay algo por cumplir. El sentimiento que nos lleva a confiar plenamente y descansar la cabeza, convencidos de que, por gracia, hemos hecho lo que teníamos que hacer.
Compromiso
Que podamos hacer procesos de vida, desde la conversión al servicio, del servicio a las encrucijadas, de las encrucijadas a la intemperie, y desde nuestras intemperies a la cruz, para desde ella contemplar la Gloria en la eternidad prometida.
Pbro. Jhonny Zambrano