Con el Domingo de Ramos, la Iglesia Universal inicia la conmemoración de los hechos de la pasión, muerte y resurrección de Nuestro Señor. Luego de la preparación cuaresmal, el pueblo de Dios está invitado a encontrar a Jesús y caminar con Él, recordando su sacrificio en la cruz por la redención de la humanidad, para cantar la gloria de la resurrección y de la vida eterna.
El presbítero Victoriano Rodríguez, párroco de la Iglesia Nuestra Señora de Coromoto, conversó con Diario Católico sobre el significado de la semana santa, el origen de la celebración y el sentido cristiano que debe prevalecer en estos días que dan la oportunidad de redescubrir el misterio del amor de Dios.
“Podemos decir que la semana santa tiene sus raíces en el Antiguo Testamento, cuando el pueblo judío celebraba la pascua, la conmemoración de la salida del pueblo de Israel de la esclavitud de Egipto, llevado por Dios a la tierra prometida. En esa conmemoración se ofrecía un cordero. Con Jesús, la pascua queda superada por la Nueva Alianza, en la que Cristo es quien se ofrece como el cordero”, dijo el presbítero.
Sentido
Añadió que estos días tienen un gran significado, pues luego de recordar la entrada triunfal de Cristo a Jerusalén cuando el pueblo lo aclamó como Rey, se adentra en lo que conocemos como el misterio pascual. A través de celebraciones concretas se hace memoria del legado de Nuestro Señor. Y el momento más importante es la resurrección.
“Conmemoramos a Jesús que pasa por la muerte para ir a la vida, y por eso nos dice “el que quiera venir conmigo, que se niegue a sí mismo, que tome la cruz y que me siga”. Nuestra salvación viene del pago que ha hecho el Señor en la cruz. La semana santa nos ayuda a recordar de dónde venimos, dónde estamos y para dónde vamos”.
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El Padre Victoriano señala que Jesús nos abrió las puertas del cielo desde la cruz, “y eso no se nos puede olvidar. Estamos en la vida terrenal siguiendo un itinerario que el Señor nos ha dejado. Depende de cómo vivamos esta vida, para alcanzar la gracia de Dios”.
Y continuó: “Lo podemos ver desde un punto más humano: En estos momentos duros que hemos vivido de pandemia, de dificultades, de tantos migrantes, en los adultos mayores que están solos, podemos contemplar todo ese sufrimiento en la cruz de Jesús. Pero estamos en un camino y tenemos que mantener la esperanza de la resurrección. Pasamos por el dolor del viernes santo, para llegar a la alegría de la resurrección”.
Triduo
El misterio o triduo pascual, representa los días más importantes de la liturgia. Inicia el jueves cuando se hace memoria de la institución de la Eucaristía en la última cena de Jesús: “Tomad y comed, esto es mi cuerpo (…) tomad y bebed, esta es mi sangre”. Allí mismo el Señor establece el sacramento del sacerdocio cuando dice “hagan esto en memoria mía” y también el mandamiento del amor “ámense los unos a los otros como yo les he amado”. Allí se concentra toda la celebración del jueves santo.
“Seguidamente, el Santísimo Sacramento queda reservado en el altar que se prepara para agradecer ese regalo maravilloso de la Eucaristía que el Señor nos ha dejado. Tal vez nos recuerda la oración de Jesús en el huerto de los Olivos, donde el Señor suplica al Padre por sus discípulos para que se mantengan unidos, nosotros podemos pedir por la Iglesia de Dios, para que seamos una familia” señala el padre Victoriano.
El segundo día es el viernes santo, cuando se conmemora la muerte de Nuestro Señor. Este día no se celebra ningún sacramento, sino que se lee la pasión, se hace una oración universal instituida por la Iglesia y se distribuye a los fieles la comunión que quedó reservada del día anterior. Se centra en meditar el sacrificio de Cristo.
El párroco de la Iglesia de Coromoto explica que la meditación de las siete palabras es una práctica arraigada en América Latina, no así en Europa. Considera que “es un regalo maravilloso el podernos unir como comunidad a meditar lo que el Señor desde la cruz nos ha dejado. Es una bendición para nuestra Diócesis y para Venezuela”.
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El sábado en la noche, ocurre la principal celebración a la que la Iglesia convoca en la semana santa: la vigilia pascual. Bien lo dice San pablo, si Jesucristo no hubiese resucitado, vana sería nuestra fe. Y todo lo que Cristo padeció, no hubiese servido de nada, si él no hubiese resucitado.
“La plenitud de todo es la resurrección, por eso de nada serviría hacer muchos viacrucis, el domingo de ramos, la visita de los templos y los 33 credos si nos quedamos allí. Tenemos que celebrar la resurrección” enfatiza el Padre Victoriano.
A manera de conclusión, el presbítero invita a vivir la semana santa con un sentido cristiano, a tener un encuentro con el Señor. “No dejarnos robar la Semana Santa, sino encontrarnos con Jesús en el camino de la pasión, de la muerte y sobre todo de la resurrección. Si no, sería una semana más. La Semana Santa nos enseña a caminar juntos con la Trinidad Santa, Padre, Hijo y Espíritu Santo”.
Ana Leticia Zambrano