Durante tres lustros la Pastoral Juvenil de la Basílica de Nuestra Señora de la Consolación en Táriba, municipio Cárdenas, ha fomentado una de las representaciones más vívidas de la pasión, muerte y resurrección de nuestro Señor Jesucristo: El Vía Crucis.
Un grupo de laicos comprometidos, jóvenes y todo aquel cercano a la Iglesia que quiera ser partícipe, se suma a una labor titánica donde un aproximado de 120 personas se mueven dentro y fuera de este accionar que más allá de ser una dramatización es una parte indiscutible del proceso evangelizador que desde el seno de la iglesia se consolida día tras día.
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Alexander Castro, miembro del Coordinación del Vía Crucis, asume que cada año la integración para realizar esta demostración de fe es indiscutible y ordenada, de allí que todos los preparativos se inician a finales del mes de enero y allí se van prolongando hasta la llegada de la Semana Santa, en este año, en el mes de abril.
Castro recuerda que la transformación del Vía Crucis se dio en el año 2010, cuando fue tomado por las autoridades eclesiales de la basílica, luego de internalizar que la actividad debía ser presentada a los fieles bajo la connotación imperativa de la evangelización, más allá de una obra o demostración del padecimiento de nuestro señor Jesucristo.

“Cada miembro del Vía Crucis está cumpliendo una promesa (…) el Vía Crucis no es una actividad teatral es un acto de fe que vive cada uno de los participantes de esta actividad”.
Fe y entrega
Mayra Gil Coordinadora del Vía Crucis, ha personificado a la madre de Jesús durante los últimos 8 años y en esta oportunidad, aduce que hay que darle oportunidad a quienes también forman parte de este grupo que tiene como punto neurálgico, consolidar la fe a través de estas actividades que años tras año realizan durante la Semana Santa.
Para Gil, la planificación es esencial en este tipo de actividades donde se desborda una pasión que se evidencia durante el Viernes Santo, día en el cual, ante los pobladores del municipio y de aquellos foráneos que se acercan a la Basílica de nuestra Señora de La Consolación, remueven el sentimiento religioso mostrando la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo.
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“La organización comienza llamándo a los directivos para definir quiénes son los que van a participar, especificando tareas y funciones para poder trabajar juntos (…) cada año desde que se inició el Vía Crucis aquellos que personifican van cambiando, por eso hacemos audiciones y escogemos quienes van a participar ya sea dentro o fuera de lo que gente ve”, dijo.
La coordinadora explica que año tras año se reinventan para darle mayor realismo a lo que realizan, pues el Vía Crucis no es una obra de teatro, sino algo que se realiza con amor y entrega porque es sagrado y, por ende, se debe respetar, no se trata de venir a lucirse sino de evangelizar.
“Siempre cada año hacemos algo grande, algo bonito, algo que llegue a las personas (…) esta es una manera de evangelizar y mostrar a las personas lo que pasó Jesús por cada uno de nosotros”.

Mayra Gil aduce que la intención es dejar el mensaje a las personas, no solo a quienes participan sino a todos aquellos que nos observan para generar compasión, empatía, arrepentimiento por todo lo que pasó Jesús dejando así un mensaje claro lleno de amor.
“Hay que dejar enseñanza (…) en mi experiencia todo es una entrega, es una devoción, es algo que se hace con amor uno como madre internaliza el dolor y la tristeza que la madre del Señor padeció”, acotó.
Acercamiento
Edgar Noguera, miembro activo de los servidores de Nuestra Señora de La Consolación tiene este año la responsabilidad de representar a Jesucristo, ya en su segunda experiencia, asevera que participar es una responsabilidad grandiosa donde se demuestra entrega.
“Este año representar la pasión, muerte y resurrección de Jesús es un acercamiento más a Dios, a la devoción, a la fe (…) con esto recordamos que a veces somos desagradecidos e inconformes, pero cuando estamos aquí viviendo y sintiendo lo que hizo Jesús por nosotros, en su paso por la tierra, nos hace sentir más humildes y más agradecidos”.

Noguera afirma que el realismo del Vía Crucis viviente va desde los trajes, el escenario y la utilería que se presenta, sumado a la participación de innumerables personas que se acercan para aportar llenos de convicción y fe.
Para todos, la participación, exclama, se transforma en una petición. Los que se comprometen con este tipo de actividades lo hacen desde su corazón y el firme propósito de entregarse a Dios y a todos sus designios.
“Estoy pidiendo en mi caso salud, inteligencia y por la paz mundial por todos y para todos”, concluyó.
Carlos A. Ramírez B.