Pbro. Edgar Sánchez
No soy un politólogo ni un sociólogo, sólo soy un humilde cura párroco que quiere manifestar su opinión sobre el controvertido mensaje de los obispos venezolanos de este 11 de agosto.
Que los obispos hayan dejado claro en su Mensaje del 11 de agosto de 2020 que «a pesar de las irregularidades, la PARTICIPACIÓN masiva del pueblo (en las venideras elecciones parlamentarias) ES NECESARIA» y conveniente para Venezuela, pienso que no sólo no esté gustando a dirigentes de la oposición…, sino que tampoco esté gustando a la dictadora desgastada y acorralada nacional e internacionalmente. Son tantas las cosas que están en juego en esta Venezuela sumergida en CRISIS que urge como prioritario tomar decisiones apegados a CRITERIOS, cosa de la cual también estamos necesitados.
A una sociedad como la venezolana sumergida en una tremenda crisis estructural, donde la madre de todas las crisis es la crisis moral, hablarle desde valores y principios y exhortarla a que actúe conforme a ellos, exige heroicidad y racionalidad. Y la paga recibida del que enciende una luz en medio de la oscuridad puede ser el desprestigio. Una vez más “el mito de la caverna” recobra actualidad.
Pienso que para la elaboración del corto y claro mensaje, los obispos se preguntaron: En la crisis estructural que vive Venezuela, QUÉ COSA ES LO MÁS CORRECTO: participar o no participar en las venideras elecciones parlamentarias. Para responder la interrogante, los obispos no ignoran que casi todos los factores en nada favorecen unas elecciones justas y limpias…; pero tampoco ignoran que uno de los valores y principios fundamentales en la vida democrática (además de la formación de la ciudadanía) es la participación. Y aunque todos los vientos soplan en sentido contrario, hay un factor que es favorable: la voluntad popular de CAMBIO y de lograr dicho cambio por la VÍA PACÍFICA. Por lo tanto, no sólo es necesario sino urgente que el pueblo participe masivamente en las venideras elecciones.
Aunque este gobierno forajido ha mostrado que sabe mantenerse en el poder con una Asamblea Nacional contraria, y hemos visto que ha hecho de todo para anularla, sin embargo no ha podido del todo. No podemos olvidar que gracias al trabajo hecho desde la Asamblea Nacional en estos últimos años, ha quedado suficientemente demostrado tanto en nuestro país como en el mundo civilizado que los bandidos rojos que usan y abusan del poder en Venezuela lo están ejerciendo de modo ILEGAL, ILEGÍTIMO y CRIMINAL. Tampoco podemos olvidar el error cometido en el año 2005 cuando no se participó en las elecciones. No podemos entregarle de nuevo a la peste roja la Asamblea Nacional; hay que defender esa trinchera de resistencia civil y civilizada ante una dictadura militar y incivilizada. Si no participamos para defender esa trinchera de resistencia, se la cogen como se la cogieron sin ningún escrúpulo en aquel triste año antielectoral del 2005. ¿Por qué cometer NOSOTROS el mismo error? ¿Por qué ponérsela a ELLOS tan fácil?.
Tal vez lo que sí faltó a los obispos en su mensaje del 11 de agosto fue el dar de modo claro un segundo.
Primer paso dado: PATICIPAR masivamente en las elecciones, este paso está claro en el mensaje de los obispos, y es una decisión tomada en torno a la columna vertebral de la vida democrática: la participación, las elecciones, el voto; ES UNA ASUNTO DE PRINCIPIOS. No participar es contribuir a que la peste roja termine de linchar la democracia venezolana.
Segundo paso no dado: DEFENDER los resultados, este paso no está incluido de modo explícito en el mensaje. Y tal vez no esté incluido de modo explícito porque este segundo paso ES UN ASUNTO DE ESTRATEGIA del pueblo organizado políticamente. Aunque es un derecho y un deber de los obispos ILUMINAR políticamente al pueblo, no es de la competencia de ellos ORGANIZAR políticamente a la población.
Ante una dictadura tan descompuesta como la nuestra, la unión de estos dos pasos es necesarios: PRINCIPIOS morales para tomar decisiones…, y ESTRATEGIAS prácticas para hacer realidad tales decisiones. En consecuencia, quiero hacer referencia a cuatro antecedentes que unen la PARTICIPACIÓN electoral y la ESTRATEGIA activa de DEFENSA de las elecciones.
PRIMERO. 1957, Venezuela. EL 15 diciembre de 1957 se celebró un referéndum (plebiscito) dónde se le preguntó al pueblo si quería o no que Pérez Jiménez siguiera en el poder. Hubo una participación del 90%. Pero cuando se dieron a conocer los «resultados oficiales», Pérez Jiménez obtuvo el 86,7% de los votos. Pero el éxito de dicha elección no fue el «boletín oficial» de la dictadura, sino la defensa de la voluntad popular organizada y sostenida. Hasta que el 23 de enero de 1958 el dictador salió al exilio.
SEGUNDO. 1988, Chile. Pinochet organizó un referéndum (plebiscito), preguntando si seguía o no seguía en el poder. La participación fue del 97%. La votación estuvo aguerrida. Pinochet había perdido por pocos votos. Tanto él como su equipo acariciaron la tentación de invertir los resultados, pero no les fue posible porque el voto de los chilenos fue DEFENDIDO y el dictador reconoció la derrota.
TERCERO. 2004, Ucrania, el patio trasero del comunismo ruso. En noviembre de 2004 se celebraron elecciones. El fraude fue la norma y se alteraron los resultados de las elecciones. El pueblo organizado DEFENDIÓ su voluntad, su voto. A esta defensa se le llamó “la revolución naranja” que a lo largo de noviembre y diciembre sostuvo una férrea resistencia civil y civilizada, y en enero de 2005 lograron que se reconocieran los resultados.
CUARTO: 2019, Bolivia. Evo Morales, con 14 años en el poder copiando las mismas trampas de Chávez y Maduro y con el tutelaje de Cuba, quería 5 años más de poder. El 20 de octubre de 2019 se celebraron elecciones (algunos sectores no querían participar porque las consideraban ilegales, como en efecto lo eran). El “resultado oficial” (irreversible) fue favorable a Evo Morales. Inmediatamente la gente asumió la DEFENSA de su voto. Ante las manifestaciones sostenidas, Evo y su gente buscaron llamar a nuevas elecciones, pero las evidencias del fraude fueron evidentes antes, en y después de las elecciones. Y el 11 de noviembre el “hijo de Fidel y Chávez” debió salir al exilio.
Son cuatro ejemplos que ponen, pues, en evidencia dos cosas: primero: son las ELECCIONES el modo civilizado para salir de gobiernos dictatoriales y despóticos; y segundo: es LA DEFENSA decidida y organizada de las elecciones la que terminan venciendo y doblegando definitivamente al dictador y su banda.
Si este segundo paso faltó de modo claro en el mensaje de los obispos, sin embargo está allí presente de modo muy exquisito: fue un delicado «jalón de orejas» a la oposición para que se organice con principios y estrategias y organice al pueblo.
La conclusión es clara. Un pueblo que ha sido herido de muerte en su democracia y en sus derechos políticos, debe ser organizado políticamente para que sea protagonista de su resurgimiento político. Señores de la oposición, a trabajar.