Y… Nos llegó la Noche Buena. La eterna fiesta de la esperanza, volvió a celebrarse con el mismo ambiente de incertidumbre que se vivió en la primera navidad de la historia. Como en las campiñas de Belén, aquí también se cierran todas las puertas a los humildes, aquí tampoco hay lugar para quien viene a pedir posada.
En este año nuevamente desechados por los poderosos y sin ningún abrigo, otras muchachas como María y otros artesanos como José se vieron obligados a salir de esta inhospitalaria realidad para ir a refugiarse en otras distantes pesebreras.
Buscando superar este largo confinamiento me fui para La Grita, a compartir con los paisanos los festejos propios de este tiempo. Un buen retorno a la niñez, para volver a participar en las tradicionales celebraciones de la Noche Buena.
Ya en La Grita, nos acercamos al hermoso templo gótico de María de los Ángeles Tal como sucede desde hace muchos años la solemne Misa de Gallo la preside Monseñor José Teodosio Sandoval acompañado por la feligresía que viene a celebrar esta cena pascual a medianoche, buscando juntos un poco de «luz» tras un año de «tinieblas».
La poderosa voz del celebrante inunda todas las naves góticas de la casa de María de los Ángeles. El salmo nos hará repetir como profesión de fe gozosa: «Hoy nos ha nacido un Salvador: el Mesías, el Señor». (Salmo 95). Por eso: «Canten al Señor un cántico nuevo»; y el versículo del Aleluya será un eco anticipado del mensaje angélico: «Les anuncio una gran alegría».
Al concluir la celebración todos salen a disfrutar en familia de la Cena Navideña. La noche ha cerrado todo en las campiñas de La Grita, tan similares a las praderas de Belén.
Los vecinos y los transeúntes ocasionales se asoman a las ventanas de la casa de Doña Margarita para admirar con ojos ilusionados el hermoso pesebre, una artística obra que ocupa toda la sala. Apenas me ve, me invita a pasar a su casa, lo cual resulta muy agradable pues con ella se puede disfrutar de una buena conversación. Me invita a tomar un café, afirmando con orgullo: «El café que aquí bebemos, sólo se toma en La Grita y en el cielo».
Mientras degustamos la aromática bebida enciende el viejo Pick Up marca Westinghouse que está colocado al lado de la ventana e inmediatamente el ambiente se inunda con las armonías del Aguinaldo Tachirense «Navidad Contigo». Con lágrimas en los ojos, la abuela tararea la canción: «Ya llegó la Nochebuena, ya llegó la Navidad… Al fin llegó la Nochebuena, pero que felicidad… Y si yo se que estás conmigo, que más puedo yo desear…»
Las lágrimas son una de las formas más poderosas de mostrar nuestros sentimientos más extremos y aquí Doña Margarita llora porque en su larga vida es la primera vez que vive sola esta celebración. A la memoria viene el recuerdo de sus padres, de su esposo, de los hijos y de su nieto… De su único nieto a quien le dedica ese aguinaldo: «Y… Si yo se que estás conmigo, que más puedo yo desear…».
Como todos los años, en esta fecha Doña Margarita nuevamente envuelve el regalo que, a pesar de las dificultades económicas, decidió comprar para entregarlo esta noche a su nieto.
Como todos los años extiende el mantel navideño sobre la mesa, ahora no hay riesgo de que algún niño derrame el refresco sobre los motivos bordados. Coloca los cubiertos y los vasos en el sitio preciso.
Como todos los años prepara la ensalada con las hallacas, revisa que cada detalle esté perfecto, el aroma a navidad invade la casa, mira el reloj y comprueba que es la hora fijada.
Hoy por vez primera se sienta sola a la mesa.
Roza con los dedos el mantel navideño que usa en cada Nochebuena y se sienta a esperar el arribo de la familia. En medio de las lágrimas me dice: «De no saber lo que yo sé, sería feliz». Ella sabe que junto a la pandemia universal, el gigantesco éxodo venezolano ha desmantelado los planes del encuentro familiar.
Ella sabe que los hijos no vendrán este año, tampoco el nieto recibirá su regalo. Este año los seres queridos están ausentes en la mesa, este año su lugar está ocupado en el corazón.
El viejo Pick Up vuelve a inundar el ambiente con las armonías del Aguinaldo «Navidad Contigo». Con lágrimas en los ojos, la abuela tararea la canción: «Ya llegó la Nochebuena, ya llegó la Navidad… Al fin llegó la Nochebuena, pero que felicidad… Y si yo se que estás conmigo, que más puedo yo desear…». Tengo la esperanza de que voy a vencer la Epidemia de soledad en esta Navidad.
Felipe Guerrero
felipeguerrero11@gmail.com