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martes, mayo 7, 2024
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¿Cómo ayudar a alguien a morir en paz?

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Si estás junto a tu ser querido, éste se encuentra agonizando y por causas de fuerza mayor no hay posibilidad de que algún sacerdote le auxilie con los sacramentos o con la oración; o si eres médico o enfermera, deseas ayudar espiritualmente a tu paciente y sus familiares no están junto a él durante la agonía, te recomendamos lo siguiente:

1.  Confía en que los obispos, sacerdotes y fieles laicos de la Arquidiócesis de México oramos incesantemente por los enfermos y agonizantes, en especial durante este tiempo de pandemia por COVID-19. Ni tú ni tu familiar están solos.

2.  Si eres familiar, seguramente estarás sufriendo profundamente por la inminente partida de tu ser querido. Toma algunos instantes para desahogar tu sufrimiento, ponte en manos de Dios y llora, si lo necesitas.

3. Si tienes la posibilidad y el tiempo, comunícate con algún sacerdote o pide que alguno de tus conocidos lo haga, para solicitarle que ore por tu familiar desde donde se encuentre (en caso de no poder acceder al hospital) y pida por él en la Misa más próxima que celebre.

4.  Si eres médico o enfermera, intenta tomar unos segundos de calma y entregarle a Dios todos los esfuerzos que tú y tu equipo han hecho para salvar la vida de la persona que está muriendo. Dios sabe que han hecho todo lo humanamente posible.

5. Enseguida, como familiar, médico o enfermera, acércate a la persona en agonía hasta donde la prudencia y las precauciones sanitarias lo permitan, háblale con voz suave, pero clara, e invítale a confiar en el amor y en la misericordia de Dios, a arrepentirse de sus faltas, a pedirle perdón de todo corazón a Dios y a prepararse para el encuentro con Él.

Después, puedes rezar en voz alta un Padre nuestro, un Ave María y un Gloria, o bien la oración preferida de la persona en agonía, alguna plegaria de tu propia devoción o alguna de las siguientes oraciones:

Hermano(a), confía en Dios
Hermano(a), confía en Dios infinitamente bueno y misericordioso que te ama y está contigo. Pídele perdón con sencillez y humildad por los pecados que hayas cometido durante tu vida, deja este mundo en paz y marcha hacia la eternidad, en el nombre de Dios Padre que te creó; en el nombre de Jesucristo, Hijo de Dios, que murió por ti; en el nombre del Espíritu Santo, que te hizo hijo de Dios y miembro de su Iglesia.

Entra en el lugar de la paz y que tu morada esté junto a Dios, con la Virgen María, con San José  y con todos los ángeles y los santos. Amén.

Te pongo en las manos de Dios
Hermano(a), te pongo en manos de Dios todopoderoso, para que vuelvas al mismo que te creó por amor.

Que cuando salgas de este mundo, vengan a tu encuentro la Santísima Virgen María, los ángeles y todos los santos.

Nuestro Señor Jesucristo, que quiso morir por ti en la cruz, te libre de la muerte eterna. El Hijo de Dios vivo te lleve a su Reino y te reconozca entre sus ovejas; que Él perdone tus pecados y te cuente entre sus elegidos; que veas cara a cara a tu Redentor y goces de Dios por los siglos de los siglos. Amén.

También puedes leer: Catequesis del Papa «la oración es la fuerza de la iglesia y nuestra fé»

Hagamos oración.

En el momento de expirar
En el momento de la agonía, si fuese posible, traza sobre el moribundo la señal de la cruz y ofrécele un crucifijo para que lo bese, diciendo:

V. Que el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo estén contigo, te infundan esperanza y te conduzcan a la paz de su reino.

R. Amén.

Cuando el moribundo ya ha expirado, al cerrarle los ojos, se puede decir:

Concede, Señor, a nuestro hermano(a) N… cuyos ojos no verán más la luz de este mundo, contemplar eternamente tu belleza y gozar de tu presencia por los siglos de los siglos. Amén.

A continuación puede trazarse sobre su frente la señal de la cruz y decir:

Señor, conceda a este hijo(a) tuyo(a), gozar del cielo nuevo y de la tierra nueva que tú has dispuesto para tus elegidos.

V.  Vengan en su ayuda, santos de Dios; salgan a su encuentro, ángeles del Señor.

R.  Reciban su alma y preséntenla ante el Altísimo.

V. Cristo, que te llamó, te reciba y los ángeles te conduzcan ante Dios.

R.  Que los ángeles reciban tu alma y la presenten ante el Altísimo.

V. Dale, Señor, el descanso eterno, y brille para él (ella) la luz perpetua.

R.  Que los ángeles reciban su alma y la presenten ante el Altísimo.

A continuación, puede decirse la siguiente oración:

Te encomendamos, Señor, a tu hijo(a) N., a fin de que, muerto(a) ya para este mundo, viva para ti. Por tu infinita misericordia perdona los pecados que haya cometido durante su vida. Por Cristo, nuestro Señor. Amén

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