La vida en la ciudad, la cultura propia que la arropa y los efectos globalizantes que la enmarcan conforman un nuevo signo de los tiempos, al que como Iglesia Local de San Cristóbal debemos ir dando una respuesta teológico pastoral.
Desde el año 1965 con el Concilio Vaticano II la Iglesia fue adquiriendo una conciencia más lúcida de la urbanización y sus complejos desafíos pastorales. En Venezuela desde el 2006 con el Concilio Plenario de Venezuela es valorado este aspecto en algunos de los 16 documentos emanados.
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En la Diócesis de San Cristóbal desde el Proyecto Pastoral Parroquia Participativa Comunidad de Comunidades (2000) hasta el II Sínodo Diocesano (2007) fue emergiendo esta necesidad y que paso a paso se han dado algunas orientaciones. Para el actual III Sínodo es una urgente necesidad teológico pastoral, que laicos y pastores deben asumir, ya que un 45 % de nuestras parroquias y entes eclesiales, se encuentran en ciudades con características particulares que las diferencian de los pueblos que conforman los 29 municipios del estado Táchira.
En el nuevo horizonte del Vaticano II en la Gaudium et Spes (nn 54-56) se habla de un advenimiento de la sociedad urbano-industrial, donde las circunstancias de vida en lo social y cultural ha cambiado profundamente, menciono algunas como, la industrialización, la urbanización, los nuevos agentes que promueven una vida comunitaria que crean nuevas formas de cultura, es decir, nuevas formas de sentir, actuar, trabajar y descansar e incluso de vivir la fe, los intercambios y encuentros de personas que viven otras circunstancias que los colocan en contextos comunes.
El discernimiento de este nuevo fenómeno urbano fue hecho por San Pablo VI en 1971 en la Carta Octogésima Adveniens desde un lenguaje conciliar, situando a las grandes ciudades en el ámbito de una Civilización del Amor (Cfr. OA 8-21) y la de la Civilización Urbana (Cfr. OA 10).
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El Papa humanista y moderno, advierte los trastornos que se producen en los modos de vida y estructuras de convivencia; denuncia la aparición de nuevas formas de soledad y pobreza, indica lo importante de la solidaridad, y de forma contundente introduce un término muy interesante y necesario en nuestro momento actual, la acción política ciudadana, donde los hombres y mujeres desde su inteligencia, organización e imaginación en prospectiva de bien común, deben construir relaciones de proximidad basadas en la fraternidad y la justicia iluminado por el Evangelio de Jesucristo.
Es necesario, ir pensando en nuestra Iglesia Local de San Cristóbal, como ir profundizando en nuestras extensas comunidades de la gran ciudad, modos de proximidad y relaciones que ya se han venido encaminando desde las Comunidades Eclesiales de Base y trabajo de grupos de apostolados, donde los cristianos puedan profesar la fe creída y tener gestos de fe vivida en cada ámbito y lugar donde se hace vida cristiana, teniendo como lugar de encuentro la parroquia y el pastoreo del ministro ordenado en comunión con los laicos, agentes de pastoral parroquial.
Concluyo este artículo, el primero de una serie donde estaré hablando sobre la Pastoral Urbana, con unas ideas del gran Papa de la Nueva Evangelización: San Pablo VI. El analiza la doble relación que hay entre población y ciudad, el éxodo dado mediante el inicio de la democracia en Venezuela unido a las concentraciones de población genera la “Megalópolis”, introduciendo este término dentro de su vocabulario Magisterial y Pastoral (Cfr. OA 8). En próximos artículos seguiremos profundizando sobre este tema