El pesebre, nacimiento o Belén, constituye una de las tradiciones más antiguas y propagadas de la celebración de la Navidad. Fue con la intención de aumentar la fe de los creyentes que San Francisco de Asís pidió autorización al Papa Honorio III para representar la natividad de Nuestro Señor Jesucristo, en diciembre de 1223.
Al recibir la aprobación del Pontífice, el santo preparó un espacio abierto en la localidad de Greccio (Italia), donde colocó heno, un paño blanco, un asno y un buey. El portal “RedHistoria” refiere que la incorporación de los animales se debió a lo señalado en el libro del profeta Isaías (1,3): “El buey conoce a su dueño y el burro el pesebre de su señor; pero Israel no me conoce, mi pueblo no comprende”.
En la Nochebuena, Francisco hizo sonar las campanas e invitó a los pobladores a congregarse en este espacio donde algunas personas hicieron la representación de María, José y los pastores. Esta escenificación maravilló a los presentes y desde entonces se extendió la tradición.
Simbología
El seminarista diocesano Carlos Sánchez ha publicado en redes sociales la serie catequética Adviento 2023 “Preparemos el pesebre”, en la cual ha comentado sobre la simbología del nacimiento, explicando el sentido de cada elemento, por ejemplo, el portal que se presenta siempre sencillo, para recordar que Jesús aun siendo el Rey del Universo, decidió venir al mundo con humildad.
“Este detalle nos coloca espiritualmente en camino, porque nos recuerda la humildad de Dios que se hizo hombre en las más precarias condiciones. Este pesebre nos recuerda que Cristo es la novedad, que viene a hacer nuevas todas las cosas, a llenarnos de su luz y a conducirnos al Padre”.
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El seminarista destaca que la elaboración del pesebre en las casas, en las escuelas y en los lugares de trabajo, nos ayuda a sentirnos implicados en el misterio del nacimiento de Jesús y al mismo tiempo nos motiva a ser parte de la celebración de este acontecimiento desde la caridad y el amor a los hermanos, en especial los más necesitados.
Corazón
Otro aspecto significativo mencionado por Carlos Sánchez, es el valor de la herencia familiar “Hacer el pesebre en familia es transmitir la fe y acercar a los hijos a Dios” afirma. Y añade que lo más importante es construir el pesebre del corazón que se va edificando a través de la oración, el perdón, la reconciliación y las buenas obras.
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Para concluir, la creatividad que despierta esta tradición navideña es desbordante y en cada región, comunidad y hogar se aprecia una gran diversidad de materiales, colores, tamaños y estilos en los cuales se plasma la más bella historia de amor: el nacimiento de Cristo Redentor.
Ana Leticia Zambrano