Una de las notas más características de la espiritualidad de San Ignacio de Loyola es “sentir en la Iglesia”, es decir, el sentido verdadero que en la Iglesia militante debemos tener. Sentido verdadero que resultó transformarse en el espíritu que orientó en todo momento el peregrinar de San Oscar Arnulfo Romero, hasta el punto de que se transformó en su lema episcopal y expresión de su manera de vivir la praxis ministerial y el ser creyente. Cuando meditamos en la vida de Monseñor Romero nos queda bastante claro en qué consiste ese sentir de la Iglesia.
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En una oportunidad, San Pablo VI, explicó en un discurso de qué se trataba ese sentir con la Iglesia: “Cuando me preguntan qué tenemos que hacer, cuál es hoy el deber más urgente en estas circunstancias, mi respuesta es: ¡Fidelidad a la Iglesia! Fidelidad a la Iglesia, que después quiere decir otra fidelidad trascendente: ¡Fidelidad a Jesucristo! ¡Fidelidad al Evangelio! Fidelidad a todo el patrimonio de fe, de esperanza y de amor que nos da nuestra religión”. Fidelidad al Papa que es el Vicario de Cristo. El Obispo de Córdoba, Mons. Demetrio Fernández, recordaba antes de una visita ad limina que “la fidelidad al Papa es uno de los rasgos más típicamente católicos, sea quien sea el Papa que nos da Dios en cada momento”.
Precisamente por ello, Benedicto XVI insistió siempre en lo fundamental que es ser siempre fieles a la Iglesia y al sucesor de Pedro: “La fidelidad de Dios es la clave y la fuente de nuestra fidelidad. Hoy quisiera llamar vuestra atención precisamente sobre esta virtud, que expresa muy bien el vínculo especial entre el Papa y sus directos colaboradores, tanto en la Curia Romana como en las Representaciones Pontificias: un vínculo que para muchos tiene su raíz en el carácter sacerdotal del que están investidos, y se especifica después en la peculiar misión confiada a cada uno en el servicio al sucesor de Pedro”.
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“En Roma sentí mucha consolación ante el Papa: sólo quería ver en Él al Vicario de Jesucristo, al Cristo visible, al cual hago profesión de servir fidelísimamente como único empeño en mi vida; al Cristo visible de nuestro voto de obediencia”, escribió en 1959 la Madre María Félix Torres, fundadora de la Compañía del Salvador. Palabras que tienen que ser base para el existir cristiano. No veo cómo se puede ser cristiano al margen de estas palabras sencillas de alguien que sintió profundamente a la Iglesia, que respiró con la Iglesia. “Es necesario que nos sintamos con la Iglesia jerárquica”, como dice San Ignacio de Loyola.
En estos tiempos de tantas confusiones de origen legítimo, pero otras de origen muy dudoso, en lo personal, afirmo y reafirmo mi fidelidad al Papa Francisco. En medio de este mar embravecido por las distintas ideologías que buscan mover a la Iglesia hacia sus propios intereses, afirmo y reafirmo mi fidelidad al Papa Francisco. Una fidelidad que, en modo alguno, me impulsará a señalar, ofender, exponer públicamente a aquellos que se ufanan de su rebeldía. Todo lo contrario. Mi fidelidad a Francisco me estimula a orar por ellos para que recuerden que nuestra fidelidad a la jerarquía de la Iglesia es una respuesta a la fidelidad de Dios. Paz y bien.