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Su tumba será de mármol de Liguria: la tierra de sus abuelos

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La pizarra de Lavagna, negra como la tinta de los recuerdos, brota de las canteras situadas sobre el golfo de Tigullio, en la Liguria oriental, entre Sestri Levante y Val Fontanabuona. Duro, resistente, pero capaz de fundirse bajo las manos expertas de quienes lo extraen, los «spacchini». Igual que el alma ligur: angulosa por fuera, pero propensa a ceder a la emoción.

Y los corazones se derritieron de verdad ante el anuncio de la Oficina de Prensa de la Santa Sede: la tumba del Papa Francisco se ha realizado con materiales de Liguria, con la única inscripción «Franciscus» y la reproducción de su cruz pectoral. Preparada en el nicho de la nave lateral entre la Capilla Paulina (Capella della Salus Populi Romani) y la Capilla Sforza de la basílica liberiana, la tumba se encuentra cerca del Altar de San Francisco.

Lea también: El Papa y la Salus Populi Romani, el amor de un hijo por su Madre

Un detalle ya anticipado por el cardenal Rolandas Makrickas, arcipreste coadjutor de Santa María la Mayor, en un discurso televisado: el Papa Francisco expresó su deseo de ser enterrado en una tumba de «piedra de Liguria, que es la tierra de sus abuelos».

«Sabíamos de sus orígenes», confiesa Enrica Sommariva, vice- alcaldesa de Cogorno, un pueblo que se asoma al mar de Lavagna con vistas al promontorio de Portofino. Un municipio disperso de poco más de cinco mil habitantes, desde donde se desenrolla el hilo de una historia que une al Pontífice con su último deseo. De hecho, Vincenzo Girolamo Sívori nació en Tigullio el 20 de enero de 1850.

Se marchó a Buenos Aires y murió joven, en 1882, pero a tiempo para conocer a su sobrina Regina Maria Sívori, la madre de Bergoglio. Se conserva una placa de Sivori – en pizarra, por supuesto – fijada a una típica casa amarilla de color pastel cerca de la iglesia parroquial de San Lorenzo, patrón de Cogorno.

«Un gran regalo. Una última sorpresa»

Lo que llama la atención es cómo el Papa ha ocultado a menudo su relación con Liguria. «Nos habíamos dicho: ‘Paciencia, traeremos, aunque sólo sea un grano de nuestra tierra’. Y entonces, esta noticia…».

La voz de Sommariva sigue temblando, la emoción tan fresca y vibrante como el aroma del aire salado. El descubrimiento de los orígenes ligures del Papa, es una dote matrimonial entre Vincenzo Sivori y Caterina Sturla, bisabuelos de Francisco. Una llamada telefónica desde Buenos Aires, un árbol genealógico enviado por correo electrónico y la sorpresa: Angela Sivori, que sigue viviendo en Cogorno, descubre que es prima del Pontífice. Su hija, Cristina Cogorno, cuenta la historia: «Nos hizo un gran regalo. Una última sorpresa. Dijo que quería descansar en la piedra de sus abuelos. Es algo precioso».

«¡Por fin conozco a los Sivori!»

Las motivaciones del Papa siguen siendo íntimas, silenciosas. Durante su pontificado, nunca había manifestado tan abiertamente este vínculo con Liguria. Sus visitas a sus antepasados habían tenido lugar en Piamonte. Pero dos momentos, dos leves toques de vida, pueden haber dejado su huella. El primero, en Génova, en mayo del 2017.

«Mi madre tenía 87 años», recuerda Cristina. «Hasta el último momento no supimos si lo conoceríamos. Entonces, tres días antes, nos llamaron del Vaticano. Hicimos cola los siete. Y nos saludó como un primo del ‘fin del mundo’. Estrecha las manos, sonríe, «¡por fin conozco a los Sívori!», exclama Francisco.

Vatican News

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