Transportistas de Ecuador mantuvieron por segundo día consecutivo, una huelga en protesta por el alza de los precios de combustibles, que el pasado jueves derivó en choques violentos con la policía y llevó al Gobierno a declarar el estado de excepción.
La capital, con alrededor de 2,7 millones de habitantes, permanecía sin el servicio de buses y taxis.
Pobladores caminaban desde temprano hasta las estaciones del sistema municipal de transportación, que resultaba escaso para movilizar a la gente entre el norte y sur de la ciudad.
“A medida que las horas del día pasen, vamos a tener una situación mucho más controlada y mucho más segura para que las actividades normales se vuelvan a desempeñar”, manifestó el ministro de Transporte, Gabriel Martínez.
La falta de autobuses y taxis también afectaba a otras importantes ciudades como Guayaquil, núcleo comercial de Ecuador, y Cuenca, según imágenes retransmitidas por la televisión.
“Ratificamos continuar con la medida indefinidamente”, declaró el jueves por la noche Carlos Brunis, líder de los taxistas de Quito.
Ante la protesta de transportistas, a las que se sumaron otros sectores como de estudiantes universitarios en rechazo a las alzas de hasta 123% en el diésel y gasolina corriente, el gobierno extendió hasta el viernes la suspensión de clases.
Las manifestaciones se tornaron violentas en los alrededores de la casa presidencial en Quito y el Ejecutivo decretó el estado de excepción por 60 días, con lo que militares se movilizaron para restablecer el orden.
El primer día de protestas dejó 35 heridos, entre ellos 21 policías, y 277 detenidos, de acuerdo con autoridades.