El obispo de la Diócesis de San Cristóbal, monseñor Lisandro Rivas, presidió las vísperas solemnes del I domingo de Adviento, en la parroquia Sagrario Catedral.
El obispo estuvo acompañado de los presbíteros Gustavo Roa y José Lucio León, junto a los miembros de Emaús.
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Reflexionó sobre el Salmo 23 que dicta «El Señor es mi pastor: nada me falta; en verdes pastos él me hace reposar. A las aguas de descanso me conduce, y reconforta mi alma».
Así reflexionó sobre Moisés, Jacob y apóstoles que no alcanzaron lo que se les fue prometido, pues faltaba Jesús.

Afirmó que no es solo se debe creer en Dios todopoderoso, sino también en aquél que fue su enviado, su hijo. Preguntó al pueblo de Dios ¿Crees tu en el hijo del hombre, dónde está tu fe querido hermano?
Exhortó a tener una fe profunda en Dios y no una «fe genérica», pues la fe verdadera, es aquella que hace arder el corazón.
Monseñor alertó que «el peso del día, y del cansancio no permita que nuestros corazones se apaguen, pues profesamos fe, y esa fe nos impulsa».

«Cristo viene, y viene a salvarnos» plantar el bien, el servicio y la bondad, es momento de convertirnos, y así seremos esperanza para aquellos que viven en desesperanzas», exclamó.
Pidió que sean abiertas las puerta del Adviento para la gloria de Dios, y que el nacimiento del niño Jesús, alrededor de la familia sea figura para ahora los más necesitados.



