El Papa Francisco continúa acompañándonos en este difícil momento con la misa en la capilla de Santa Marta dedicada al Espíritu Santo. Es la cuarta celebración eucarística en streaming en directo. Esta mañana, en su introducción, nos invitó a rezar especialmente por las autoridades.
“Seguimos rezando juntos en este momento de pandemia: por los enfermos, por los familiares, por los padres con hijos en casa… pero sobre todo quiero pedirles que recen por las autoridades: deben decidir y muchas veces deciden medidas que no agradan a la gente. Pero es por nuestro propio bien. Y muchas veces, la autoridad se siente sola, no sucede. Recemos por nuestros gobernantes que deben tomar la decisión sobre estas medidas: que se sientan acompañados por la oración del pueblo”.
La globalización de la indiferencia
En su homilía Francisco dijo que hoy día, la sociedad esta muy informada de todo, pero no conoce nada de su vecino, de aquel que está a su lado y está sufriendo. Vivimos muy informados, pero con el corazón cerrado. La información no llega a nuestros corazones, afirmó el Papa, no nos sentimos sacudidos por el drama de los demás. Vivimos en la indiferencia, la indiferencia es este drama de estar bien informados, pero no sentir la realidad de los demás. Este es el abismo de la indiferencia.
«Hay un gran abismo entre nosotros, no podemos comunicarnos, no podemos pasar de un lado a otro …Todos sabemos, porque lo hemos oído en las noticias o lo hemos visto en los periódicos, cuántos niños sufren hambre en el mundo hoy en día; cuántos niños no tienen las medicinas necesarias; cuántos niños no pueden ir a la escuela. Continentes, con este drama: lo sabemos. Eh, pobrecitos… y seguimos con nuestra vida. Esta información no llega al corazón, y muchos de nosotros, muchos grupos de hombres y mujeres viven en este desapego entre lo que piensan, lo que saben y lo que sienten: el corazón está desprendido de la mente. Son indiferentes”.,
Ante esta indiferencia “global”, como la llamó al recordar su viaje a Lampedusa, y ver la difícil situación de los migrantes, el Papa retomó la situación actual que vive Italia con la pandemia del coronavius. Hoy, en Roma, dijo, estamos todos preocupados porque «parece que las tiendas están cerradas” y no puedo seguir mi estilo de vida, mis paseos, moverme con facilidad y libertad. Una vez más aseveró. estamos preocupados por nuestras cosas. Sin pensar, que los problemas de los migrantes, persisten, que existe aún el hambre en el mundo.
«Y nos olvidamos de los niños hambrientos, olvidamos a esos pobres que, en las fronteras de los países, buscando la libertad, esos migrantes forzados que huyen del hambre y de la guerra y sólo encuentran un muro, un muro de hierro, un muro de alambre de púas, un muro que no los deja pasar. Sabemos que esto existe, pero el corazón se siente afectado. Vivimos en la indiferencia».
El egoísmo nos hace perder nuestra identidad
Y por último, el Santo Padre señaló otro problema: El egoísmo hace de nosotros que perdamos nuestra verdadera identidad, aseveró, nuestro nombre y sólo nos lleva a evaluar los adjetivos.
“La mundanidad nos ayuda en esto. Hemos caído en la cultura de los adjetivos donde tu valor es lo que tienes, lo que puedes… Pero no «¿cómo te llamas?»: has perdido tu nombre. La indiferencia lleva a esto. Perder el nombre. Somos solamente los ricos, somos sólo adjetivos”.
La plegaria del Papa al Señor, que nos de la gracia de no caer en la indiferencia, la gracia de que toda la información de los dolores humanos que tenemos, baje a nuestros corazones y nos mueva a hacer algo por los demás. (vatican news)