En la solemnidad de la Ascensión del Señor, se celebra la 59º Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, que tiene como lema “Compartan con mansedumbre la esperanza que hay en sus corazones” (Cfr. 1 P 3,1 5-16).
¿Cómo nace?
La Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales fue instaurada por el papa san Pablo VI en 1967, tras el Concilio Vaticano II, como una celebración anual que anima a reflexionar sobre las oportunidades y los retos que ofrecen los medios de comunicación y sobre cómo la Iglesia puede comunicar mejor el mensaje del Evangelio.
Comunicar
En un mundo ruidoso lleno de noticias que dividen necesitamos transformar y comunicar. El mensaje de la Jornada Mundial de las Comunicaciones de este año, nos presenta cuatro ideas centrales para reflexionar: Desarmar la comunicación, dar razones desde la esperanza que no adormece, esperar juntos y no olvidar el corazón que transforma.
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Desarmar la comunicación
El mensaje tiene como foco central el “hecho de que hoy en día, con demasiada frecuencia, la comunicación es violenta, dirigida a golpear y no a establecer las condiciones para un diálogo. Por tanto, es necesario desarmar la comunicación, purificarla de agresividad”.
Las guerras verbales que aparecen en las redes sociales, crean un ambiente de rencor, miedo, prejuicio; un paradigma de competencia, dominio, posesión y manipulación.
Todo esto puede traer como consecuencia una dispersión programada de atención a lo importante y dejarnos seducir por los superfluo, creando conflictos que hacen desaparecer rostros y realidades importantes.
Dar razón desde la esperanza
“Para nosotros, los cristianos, la esperanza es una persona y es Cristo”. Y siempre está ligada a un proyecto comunitario; cuando hablamos de esperanza cristiana no podemos prescindir de una comunidad que vive el mensaje de Jesús de forma tan creíble que deja entrever la esperanza que conlleva, y es capaz de comunicar la esperanza de Cristo con hechos y palabras aún hoy.
Hay tres claves para transmitirla: glorificar en el corazón a Cristo que actúa con la fuerza del Espíritu, dar razón respondiendo a aquellos que buscan una respuesta desde Cristo nuestra esperanza y responder con delicadeza y respeto desde la apertura que crea amistad y cercanía.
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La esperanza es Cristo. Esta esperanza está ligada a la comunidad, ya que “cuando hablamos de esperanza cristiana no podemos prescindir de una comunidad que vive el mensaje de Jesús de forma tan creíble que deja entrever la esperanza que conlleva, y es capaz de comunicar la esperanza de Cristo con hechos y palabras aún hoy”.
Esperar juntos
La esperanza es un proyecto comunitario, donde el discernimiento personal y comunitario nos hace pensar que necesitamos de la comunidad para crecer en la fe, y es en ella donde encontramos razón para esperar la voluntad de Dios. Para esto es necesario, tener una comunicación atenta, tranquila, reflexiva, capaz de indicar el camino del diálogo.
No olvidar el corazón
Es necesario cuidar la vida interior, en primer lugar teniendo una bella relación de intimidad con Jesús, esto nos ayudará a no olvidar el rostro de las personas que necesitan de nosotros.
Jesús pone su confianza en nuestro corazón, es decir, en nuestra forma de amar, siendo testigos y promotores de la esperanza en aquellos que esperan de nosotros, para ser puentes de la gracia de Dios en las personas.
Por tanto, comunicar es salir un poco de uno mismo para compartir lo mío con el otro. Y comunicar no es sólo salir, sino también encontrarse con el otro. Saber comunicar es una gran sabiduría. Comunicar no es hablar mucho, sino aprender a mirar al otro como hermano, a descubrir la belleza escondida en medio del dolor, a dar voz a aquellos que no la tienen. En este año jubilar de la esperanza, estamos llamados a ser comunicadores que sanan, que unen, que construyen, que en cada gesto y palabra damos razones para vivir.
Pbro. Jhonny A. Zambrano