Luego de la fiesta de la asunción de María al cielo, la Iglesia Universal celebra el 22 de agosto, como memoria obligatoria a Santa María Reina, una ocasión para honrar a nuestra madre del cielo, quien por sus virtudes y su aceptación a la voluntad del Padre, hizo posible la obra de salvación llevando en su seno y dando a luz al Redentor.
La celebración fue instituida por el Papa Pío XII en 1954 con ocasión de la coronación de la Virgen en la Basílica de Santa María La Mayor en Roma (Italia). La invocación a María como Reina no es un dogma de fe, pero se considera una verdad de los cristianos, y se proclama en la meditación del santo rosario en el último misterio glorioso: La coronación de la Santísima Virgen como reina universal de todo lo creado.
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José Molano, docente, encargado de medios de la parroquia eclesiástica María Reina de todos los Santos, de la Diócesis de San Cristóbal, explica que la Iglesia establece una ocasión para honrar el reinado de Jesucristo, tal es la fiesta de Cristo Rey del Universo que se celebra al final del año litúrgico, generalmente en el mes de noviembre.
Así, el Papa Pío XII, reconociendo que María puede compartir algunas cualidades de su hijo, siendo la madre del Rey, instituyó la fiesta del 22 de agosto para honrarla como Reina.
En la encíclica Ad Caeli Reginam (A la Reina del Cielo), Pontífice señaló que el fundamento y las razones para designar a María Reina se encuentran en los documentos antiguos de la Iglesia y en las Sagradas Escrituras, ofreciendo un recuento sobre ellos desde tres aspectos: la tradición, la liturgia y la teología.
Tradición
Pío XII refiere en la encíclica que según la tradición, los antiguos escritores de la Iglesia se basaban en las palabras del Arcángel San Gabriel, quien en la anunciación mencionó que Jesús recibiría el trono de David, y reinaría eternamente. De esta forma, María, poseedora de la gracia del Señor, inmaculada desde su concepción, tendría por ende los méritos para ser llamada reina.
La alabanza a María Reina también halla fuente en las palabras de Santa Isabel, quien resalta los méritos de su maternidad al expresarle “quién soy yo para que me visite la Madre de mi Señor” (Lc 1, 43). Por lo tanto “de la realeza del Hijo se había de derivar a su Madre una singular elevación y preeminencia”.
Luego, la devoción de los santos y de los pontífices a la Madre de Dios expresada en alabanzas que insistentemente exaltan su divinidad, como por ejemplo San Andrés de Creta, quien la invocaba como “Reina de todos los hombres, porque, fiel de hecho al significado de su nombre, se encuentra por encima de todos, si sólo a Dios se exceptúa”.
Liturgia
La encíclica señala que la Sagrada Liturgia ha cantado las glorias a la celestial Reina a lo largo de los siglos, venerándola en oraciones y cantos que se proclaman en las celebraciones solemnes: “Oh justo, beatísimo [José], por tu real origen has sido escogido entre todos como Esposo de la Reina Inmaculada, que de modo inefable dará a luz al Rey Jesús”.
Sobre la fundamentación litúrgica, refiere la encíclica la plegaria “Salve Regina” (Dios te salve, Reina y madre de misericordia (…) y las que se recitan en las celebraciones de las fiestas de la Bienaventurada María: “La tierra y el cielo te cantan cual Reina poderosa”, “Hoy la Virgen María asciende al cielo; alegraos, porque con Cristo reina para siempre”.
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Ad Caeli Reginam, refiere también que en la expresión del arte, bajo la inspiración de la fe, se ha representado a María como reina, sentada en solemne trono, en su cabeza una corona, rodeada de ángeles y de santos, triunfante sobre las fuerzas de la naturaleza y venciendo al maligno.
En atención a la devoción mariana por parte del pueblo de Dios, los Pontífices han coronado de forma personal o a través de legados pontificios, las imágenes de María Santísima veneradas por la religiosidad popular.
Teología
Según lo expresado por Pío XII, el argumento principal en el que se fundamenta la dignidad de Reina de María es su divina maternidad: “Ella misma es Reina, pues ha dado vida a un Hijo que, ya en el instante mismo de su concepción, aun como hombre, era Rey y Señor de todas las cosas”.
Al ser la madre del Redentor, María, se acerca como ninguna otra criatura a la dignidad de Dios y eso la eleva y hace que a lo largo de la historia se le reconozca como Señora y Reina. También por su participación en la redención, al ofrecer a su hijo crucificado para la salvación de la humanidad.
“No hay, por lo tanto, duda alguna de que María Santísima supera en dignidad a todas las criaturas, y que, después de su Hijo, tiene la primacía sobre todas ellas.” Expresa Pío XII en la encíclica.
Devoción
El Magisterio de la Iglesia, ha querido honrar a María luego de su asunción al cielo, con la memoria de la coronación, como lo expresó el Papa Pablo VI al afirmar que en la fiesta de María Reina se le contempla junto al Rey eterno, resplandeciente, pero también intercediendo como Madre.
José Molano señala que no existe una fuerte devoción al reinado de María como tal, sin embargo expresó que “la Iglesia latina y particularmente los venezolanos lo hemos sabido reconocer de una manera más sencilla y por eso en nuestras parroquias es muy común que el último día de mayo se realice la coronación de la Virgen”.
Molano añadió que del reinado universal de María se van desglosando otras cosas, hay gente que es muy devota de María Reina de la Paz, una advocación que todavía está en estudio por parte de la Iglesia, en Medjugorje, Croacia.
En la Diócesis de San Cristóbal se venera esta advocación en la parroquia de María Reina de todos los santos, cuya fiesta patronal se celebra el sábado anterior a la fiesta de Cristo Rey del Universo.
Coronación
José Molano destacó otra forma en la que la Iglesia honra a la Madre de Dios, y es a través de la coronación canónica, un rito litúrgico que consiste en la imposición de una corona a un ícono o imagen de Nuestra Señora, autorizado por el Papa.
Refirió que en el estado Táchira, tenemos el honor de poder decir que dos imágenes de la Santísima Virgen han sido coronadas canónicamente: la de Nuestra Señora de la Consolación de Táriba el 12 de marzo de 1967 y la imagen de Nuestra Señora de Los Ángeles en La Grita el 1 de agosto de 2009.
Para concluir, Molano expresó que la mejor forma de honrar a María es imitándole en su fe, humildad, aceptación y cumplimiento de la voluntad de Dios, y acudiendo a su auxilio, sabiendo que ella intercede por nosotros ahora y en la hora de nuestra muerte.
Ana Leticia Zambrano
