Muchos nos hemos hecho estas preguntas: ¿Dios tiene un plan para mí?, ¿Dios tiene un plan para cada uno de nosotros? Incluso podemos cuestionarnos cómo descubrir cuál es.
Cuando nos planteamos estas preguntas no debemos caer en un conformismo, en una rebeldía, hasta llegar a creer y suponer que es una predestinación. No debemos decir “haga lo que haga, ya Dios me marcó en su guion de vida ¿para qué me esfuerzo y me preocupo?” .
¿Qué es el plan de Dios?
Todos estamos llamados a la santidad: “Sean santos como su Padre celestial es Santo”, el que se salva es santo y el que es santo, está salvado.
La Sagrada Escritura, en el Antiguo y Nuevo Testamento, nos hablan del plan de Dios para su pueblo escogido y para cada uno de los miembros del pueblo, cada persona e individuo: Jesús en sus enseñanzas de vida eterna, así como los Evangelios y el Libro de los Hechos de los Apóstoles, nos hablan de la salvación, del perdón de los pecados para así alcanzar la vida eterna, para que resucitemos gloriosos y participemos con Él de la eternidad.
En la Teología y predicación de los cristianos, incluidos los no católicos, resuena que debemos ser salvos, y esto nos une y llena de esperanza en la acción redentora de la Sangre de Cristo para salvarnos, que murió y resucitó para darnos vida verdadera, que esta vida terrena es algo pasajero, que busquemos los bienes del cielo.
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El plan de Dios es la salvación de cada uno; la forma la decide cada uno Dios no nos predestina, nos llama a ser colaboradores en su designio de amor, a salvarnos; la forma y el modo depende de la respuesta libre de cada uno, pues Dios quiere lo mejor para sus hijos, que seamos felices desde lo que se nos ha dado, nuestros dones y carismas, para realizarnos, desde ahí la diversidad en el cómo podemos salvarnos, dones que nos da el Espíritu Santo.
No somos títeres, somos seres libres, por eso nos llama a elegir lo mejor y a realizarnos en la armonía con el ser y el quehacer. Diríamos, en el plan de vida que Dios tiene para cada persona, Él respeta nuestra individualidad y nos acompaña con su amor y su gracia; nos da los medios y nosotros vamos construyendo el Reino en medio de una comunidad.
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¡Sí! Dios tiene un plan para mí, Dios quiere lo mejor para cada persona, para cada uno de sus hijos; Dios Padre tiene su plan de salvación y por eso nos envió a su propio Hijo para redimirnos. Él nos invita a realizarlo la salvación, a hacerla nuestra.
El Plan de Dios surge de su amor misericordioso que quiere lo mejor y lo más maravilloso para sus hijos, de la libre respuesta del hombre depende que su Plan sea realidad en cada uno de nosotros, cuando lo asumimos, para ser felices y ser salvados. Lo que Dios quiere para mí, debo conocerlo para quererlo yo.
Dios nos ofrece e invita, yo lo escucho y me dejo llevar por Él, sin intransigencia ni manipulación de mi persona. Su Plan es siempre invitación.
“Dios que te creo sin ti, no te salvará sin ti” (San Agustín).
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