Aplazada en dos ocasiones a causa del Covid, la peregrinación de más de dos mil monaguillos franceses a Roma es hoy una realidad, así como el encuentro con el Papa, que comparte con ellos el tema que les guía en esta experiencia, sobre las «huellas de los numerosos testigos de Cristo que, a lo largo de los siglos, han venido a Roma para ser regenerados en la fe». Un encuentro de intercambio, oración y relajación -recuerda Francisco- con el lema «¡Ven, sirve y ve!», «hermoso y expresivo».
La llamada en la Iglesia
Ven»: el Señor te llama. El Papa parte de aquí para plantear la llamada de los jóvenes dentro de la Iglesia y su lugar y testimonio, animándoles en su elección:
«Habéis elegido ser monaguillos, y quiero agradeceros de corazón los esfuerzos, y a veces las renuncias, que aceptáis para dedicaros a este compromiso como monaguillos, mientras muchos de vuestros otros amigos prefieren dormir los domingos por la mañana, o hacer deporte… No te puedes imaginar hasta qué punto puedes ser un modelo, un punto de referencia para tantos jóvenes de tu edad. Y puedes estar realmente orgulloso de lo que haces. No te avergüences de servir en el Altar, aunque estés solo, aunque estés creciendo. Es un honor servir a Jesús cuando da su vida por nosotros en la Eucaristía».
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Ve y sirve a tus hermanos para difundir el amor de Jesús
El servicio es, pues, el «testimonio concreto del Evangelio» y es el «apostolado» lo que atrae, asegura el Papa a los jóvenes de 10 a 18 años que llegan de diferentes diócesis de Francia. «Pero servir en la misa – añade – requiere un seguimiento: «¡Sirve y ve!
«Vosotros sabéis que Jesús está presente en las personas de los hermanos que encontramos. Después de servir a Jesús en la Misa, Él os envía a servirle en las personas que encontréis durante el día, sobre todo si son pobres y desfavorecidas, porque Él está unido a ellas de manera especial. Quizás tengáis amigos que viven en barrios difíciles o que se enfrentan a grandes sufrimientos, incluso a la adicción; conocéis a jóvenes desarraigados, emigrantes o refugiados. Os pido que los acojáis con generosidad, que los saquéis de su soledad y os hagáis amigos de ellos».
Proximidad y no relaciones virtuales que se separan de la realidad
La valentía, la espontaneidad y el entusiasmo son las herramientas con las que el Papa invita a estos jóvenes a conquistar a los demás, a difundir el amor, el perdón, la cercanía de Jesús a cada uno. «Insisto en esto – afirma – la cercanía: cercanía entre vosotros, cercanía con los miembros de vuestras familias, cercanía con otros jóvenes», para no caer en el «egoísmo» ni en los «pequeños grupos»:
«Evita caer en la tentación del repliegue sobre ti mismo, del egoísmo, de encerrarte en tu propio mundo, en pequeños grupos, en redes sociales virtuales. Es mejor que prefieras las amistades reales y no las virtuales, que son ilusorias y te aprisionan y separan de la realidad».