El Evangelio de hoy, trae una enseñanza para nuestra vida. Las lecturas de hoy del Santo Evangelio están acompañadas con unas palabras del Papa Francisco que nos invita a reflexionar.
ANTIFONA DE ENTRADA Ef 6, 2-3
Honraras a tu padre y a tu madre es un mandamiento muy importante, que lleva consigo esta promesa: Te irá bien y vivirás largo tiempo en la tierra.
ORACIÒN COLECTA
señor Dios, ya que en tu designio tiene su sólido fundamento la familia, atiende misericordiosamente las súplicas de tus siervos y concédenos que, siguiendo el ejemplo de la Sagrada Familia de tu Hijo Unigénito en el don de su amor y en sus virtudes domesticas, disfrutemos de la eterna recompensa, en la alegría de tu casa.
Por nuestro señor Jesucristo …
PRIMERA LECTURA
Comienzo del profeta Jeremías 1,1.4-10:
Palabras de Jeremías, hijo de Jilquías, uno de los sacerdotes de Anatot, en territorio de Benjamín.
El Señor me dirigió la palabra:
«Antes de formarte en el vientre, te elegí; antes de que salieras del seno materno, te consagré: te constituí profeta de las naciones».
Yo repuse:
«¡Ay, Señor, Dios mío! Mira que no sé hablar, que solo soy un niño».
El Señor me contestó:
«No digas que eres un niño, pues irás adonde yo te envíe y dirás lo que yo te ordene. No les tengas miedo, que yo estoy contigo para librarte» —oráculo del Señor—.
El Señor extendió la mano, tocó mi boca y me dijo:
«Voy a poner mis palabras en tu boca. Desde hoy te doy poder sobre pueblos y reinos para arrancar y arrasar, para destruir y demoler, para reedificar y plantar».
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A ti, Señor, me acojo: Sé tú mi roca de refugio, Porque tú, Señor, fuiste mi esperanza Mi boca contará tu justicia, Aquel día salió Jesús de casa y se sentó junto al mar. Y acudió a él tanta gente que tuvo que subirse a una barca; se sentó y toda la gente se quedó de pie en la orilla.SALMO DE HOY
Sal 70. R/. Mi boca contará tu salvación.
no quede yo derrotado para siempre.
Tú que eres justo, líbrame y ponme a salvo,
inclina a mí tu oído y sálvame. R/.
el alcázar donde me salve,
porque mi peña y mi alcázar eres tú.
Dios mío, líbrame de la mano perversa. R/.
y mi confianza, Señor, desde mi juventud.
En el vientre materno ya me apoyaba en ti,
en el seno tú me sostenías. R/.
y todo el día tu salvación.
Dios mío, me instruiste desde mi juventud,
y hasta hoy relato tus maravillas. R/.Te puede interesar:
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EVANGELIO DEL DÌA
Lectura del santo evangelio según san Mateo 13,1-9
Les habló muchas cosas en parábolas:
«Salió el sembrador a sembrar. Al sembrar, una parte cayó al borde del camino; vinieron los pájaros y se la comieron.
Otra parte se tropezó en terreno pedregoso, donde apenas tenía tierra, y como la tierra no era profunda brotó enseguida; pero en cuanto salió el sol, se abrasó y por falta de raíz se secó.
Otra también cayó entre abrojos, que crecieron y la ahogaron. al igual cayó otra en tierra buena y dio fruto: una, ciento; otra, sesenta; otra, treinta.
El que tenga oídos, que oiga».
REFLEXIÒN DEL EVANGELIO DE HOY
Antes de formarte en el vientre, te escogí
En esta primera lectura, Jeremías nos relata la historia de su vocación. La iniciativa parte de Dios. Es Dios quien le llama a ser su profeta, a que proclame las palabras que él le va a indicar. Y le elige desde antes de nacer: “Antes de formarte en el vientre, te escogí, antes de que salieras del seno materno, te consagré”. Queda claro que el ser profeta de Dios no es una elección de Jeremías. Es Dios el que le llama y elige. Vemos que tal elección le parece demasiado a Jeremías. No se siente capacitado para la misión de profeta: “¡Ay, Señor mío! Mira que no sé hablar, que soy un muchacho”. La respuesta del Señor es bien clara. No tengas miedo, no vas a contar solo con tus fuerzas. Yo voy a estar siempre contigo, para que puedas cumplir la misión que te encomiendo,
De alguna manera, guardando siempre las circunstancias personales, en esta vocación de Jeremías nos vemos retratados todos los cristianos. Es Jesús el que ha tomado la iniciativa de llamarnos a seguirle: “No me habéis elegido vosotros a mí, he sido yo quien os ha elegido”. Por parte de él nunca nos va a dejar solos. Lo que nos pide es que no nos separemos nunca de él, que seamos como los sarmientos unidos a la viña, que permanezcamos siempre en su amor, que le recibamos un día y otro día en la eucaristía. “Sin mí no podéis hacer nada”. Y bien sabemos que con él logramos ser fieles a la vocación de seguirle por las sendas que nos indique.