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«LA DIÓCESIS DE SAN CRISTÓBAL Y SU VOCACIÓN MISIONERA»

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Con motivo de los 100 años de creación del Vicariato Apostólico del Caroní (1922 – 4 de marzo -2022)

Escrito dedicado a los hermanos sacerdotes de la Diócesis de San Cristóbal que hoy trabajan en el Vicariato Apostólico del Caroní. 

Por: Pbro. Edgar Gregorio Sánchez

Diócesis de San Cristóbal, Venezuela

1.- Introducción

En el primer capítulo del Congreso del Centenario de la Diócesis de San Cristóbal desarrollado el 25 de enero del año en curso, fui invitado a presentar una conferencia sobre los orígenes de nuestra Diócesis de San Cristóbal fundada el 12 de octubre de 1922. Unos siete meses antes de la fundación de nuestra Diócesis, el 4 de marzo de 1922, había sido creado el Vicariato Apostólico del Caroní en el Estado Bolívar.

En tal conferencia hice referencia a uno de los CARISMAS FUNDACIONALES de nuestra Diócesis, aquel de LA RENOVACIÓN, hecho que argumenté en el cual fue llamada a la existencia nuestra Iglesia Local de San Cristóbal. En efecto, somos una Iglesia Local que desde sus orígenes está llamada a vivir en constante y permanente renovación.

Ahora, con motivo de haber recibido nuestra Diócesis el pasado 21 de junio de 2021 el encargo de Ius Comissiones del Vicariato Apostólico del Caroní, quisiera referir algunas pinceladas vinculadas con otro carisma fundacional de nuestra Iglesia Diocesana:

                    La Misión

      Catedral de San Cristóbal, 1961

En efecto, cuando la Diócesis de San Cristóbal fue creada en 1922, además de los 11.100 kilómetros cuadrados del territorio del Estado Táchira, comprendía también el territorio del Alto Apure (Distrito Páez), una basta región de 20.000 kilómetros cuadrados, el doble la extensión territorial del Táchira.

Si el estado Táchira contaba con cierta estabilidad para ser creada Diócesis, la región del Alto Apure era considerado como «tierra de misión». Esta realidad era suficientemente conocida y aceptada por la Santa Sede, por el Episcopado nacional, e incluso por el Gobierno venezolano. En efecto, a principios del siglo XX la Iglesia (Santa Sede y Episcopado nacional) y el Estado venezolano, a tenor de la Ley de Patronato, trabajaron juntos en una nueva Ley de Misiones, la de 1915, la cual consideraba el Alto Apure como tierra de misión. El cuidado pastoral de la población que habitaba estos bastos territorios del Llano, le fueron confiados al recién creado obispado de San Cristóbal.

2.- Los inicios de la misión en el Alto Apure

En el Archivo de la iglesia catedral de Guasdualito, población que en 1922 pertenecía a la Diócesis de San Cristóbal, reposa un legajo de 20 folios. Este Documento nos hace conocer el trabajo pastoral que el primer obispo de San Cristóbal y los padres Dominicos llevaron a cabo en aquella «tierra de misión» entre los años de 1931 y 1949.

El Obispo Sanmiguel tomó el gobierno de la Diócesis de San Cristóbal el 24 de noviembre de 1924, y desde ese mismo momento buscó dar una respuesta estable a los desafíos del Alto Apure encomendados a su cuidado pastoral. Uno de los aspectos más significativos fue la misión que puedo establecer allí a partir de 1931. En efecto, el Documento en cuestión nos dice que «en el año de mil novecientos treinta y uno (1931), previo contrato celebrado entre el Excelentísimo Señor Obispo de San Cristóbal, Dr. Tomas Antonio Sanmiguel y el muy Rdo. Provincial de la Provincia de San Antonio, Fray Antonio María Vega, con autorización de la Santa Sede y del Reverendísimo Padre Maestro General de la Orden Fray Martín Estanislao Gillet, se reanudaron las labores misionales en el Alto Apure».

¡Los primeros Misioneros!

Cuando los primeros misioneros llegaron a San Cristóbal fueron recibidos personalmente por monseñor Sanmiguel, y nos dice el Documento que «el día 28 de noviembre del año 1931 salieron de San Cristóbal los primeros misioneros enviados por la Provincia hacia estos Llanos. El Excelentísimo Señor Obispo Monseñor Dr. Tomás Antonio Sanmiguel les acompañó hasta el punto denominado “Corocito”, donde parte la carretera del Llano, allí los abrazo lleno de ternura paternal y les dio su postrer bendición».

En los folios del legajo encontramos una anécdota. «Tuvo lugar un episodio que interesa recordar: el día que llegaron los misioneros a Teteo, a las siete de la noche más o menos, estando todos reunidos en el salón principal de la casa del Señor Pablo Colmenares, dispuestos a empezar el rezo del Rosario, de repente irrumpe por entre la multitud un novillo bravo, negro, de larguísimos cuernos que sembró el espanto entre todos los presentes y sin hacer daño personal derribó y quebró varios muebles, tiro las maletas de los misioneros y salió precipitadamente.

Repuestos un tanto del susto descomunal empezaron a decir muchas personas: “ese es el diablo que no quiere que los misioneros vayan al llano”, y nosotros mismos nos inclinamos a creer que sí podría haber sido el maligno que se atravesaba en nuestro camino para ver si podía impedir el bien espiritual que se iba a realizar en este nuevo apostolado».

El camino de los primeros religiosos

El Documento nos describe el camino de los misioneros: «de Puerto Teteo salimos embarcados en un bongo por el Rio Uribante… Comenzamos a conocer el Llano tan nombrado y que jamás habíamos visto, pero comenzamos también a recibir la visita poco grata de nubes de zancudos, moscas de todas las especies, tábanos, etc, que se disputaban el dominio de nuestro pobre pellejo para chupar una sangre para ellos nueva.

Nos sorprendió gratamente el modo como despegaban de los puertos o puntos reembarque los marineros de nuestro clásico bongo, rezando una plegaria que es común entre todos los navegantes del Llano. Al mirar la embarcación para comenzar la marcha dice el marinero: “Vamos con Dios, patrón”, y responde el capitán (el patrón): “Y con la Virgen”. Así con Dios y la Virgen arribamos felizmente al “Gamero”, puerto de Guasdualito, el día siete de diciembre de 1931, después de 8 días de penoso viaje por el rio Uribante».

¡La Bienvenida!

«El primero que saltó al bongo para darnos la bienvenida fue el abnegado General Jesús Antonio Ramírez, comandante de la Guarnición que tanto había trabajado junto con el Excelentísimo Monseñor Tomas Antonio Sanmiguel por la venida de la misión católica al llano, y desde aquel momento se constituyó en su primer bienhechor».

El Documento también nos ofrece los nombres de los primeros misioneros: «Estos son los nombres de los primeros religiosos que llegaron aquel día memorable Fray Juan de Jesús Rojas C. superior, Fray Juan José Díaz Plata, Fray Juan Nepomuceno Herrera y Fray Pío Quinto Torres».

El 8 de diciembre, solemnidad de la Inmaculada Concepción, el padre superior instaló e inauguró solemnemente la Misión del Alto Apure: «después de leer el documento de los Prelados de la Diócesis de San Cristóbal emanado por el Sr. Obispo Tomas Antonio Sanmiguel y de la Provincia de San Antonio que acreditaban a los religiosos que acababan de llegar como misioneros del Distrito Páez en el Alto Apure y les entregaban la administración espiritual de esta región, declaro oficialmente la misión y dirigió su primer sermón al pueblo que le escuchaba con fervor».

3.- Los territorios

«El territorio que comprende el contrato celebrado entre Monseñor Sanmiguel y el Rdo. Padre Antonio Vega es el que corresponde al Distrito Páez, en el Estado Apure, de la República de Venezuela y que en lo espiritual pertenece a la Diócesis de San Cristóbal. Es una extensa zona, comprendida entre los ríos Uribante, Apure y Arauca, con una superficie de 20.000 kmts cuadrados y una población de 25.000 habitantes».

Sus limites

Los límites territoriales: «por el Norte con el Estado Barinas, por el Este con el Distrito Muñoz del mismo Estado Apure, por el Sur con la República de Colombia, río Arauca de por medio y por el Occidente con el Estado Táchira. Tiene las poblaciones siguientes: Guasdualito su capital, Palmarito, El Amparo, La Trinidad de Orichuna, Santa Rosa de Sarare, ahora La Victoria y muchos caseríos y vecindarios muy poblados, entre otros Tutumito en las Riberas del Rio Apure, ahora Santa Rosa de Apure, la gran selva de San Camilo y la montaña de la Puerta».

En 1933, por petición reiterada del obispo de Calabozo Mons. Celestino Álvarez, y con el previo conocimiento del Obispo de San Cristóbal Monseñor Sanmiguel, se anexó al territorio de la Misión, el Distrito Muñoz del Estado Apure perteneciente a la jurisdicción de la Diócesis de Calabozo. Además, el Obispo Álvarez pidió a los misioneros que recibieran el Distrito de Achaguas para que lo visitaran por lo menos «una vez por año».

4.- Las visitas pastorales del Obispo Sanmiguel a la misión

En varias oportunidades el Documento hace referencia a las visitas pastorales que el Obispo de San Cristóbal efectuó a la Misión. Los registros que contenían tanto «los acontecimientos importantes acaecidos en nuestro pueblo y las visitas pastorales del Obispo de la Diócesis de San Cristóbal» fueron destruidos en «el voraz incendio acontecido el 13 de febrero de 1948». Y puntualiza el Documento que con dichos registros

«se hubiera podido escribir una historia».

En efecto, nos sigue describiendo el Documento en cuestión, que: «todos los años el Superior de la Orden junto con el Excelentísimo Monseñor Dr. Tomas Antonio Sanmiguel salen a visitar no solo los pueblos vecinos sino todo el territorio y demás residencias para administrar el sacramento de la confirmación. En la primera visita y recorrida y verificada en el año de 1932 administro la confirmación a seiscientos ochenta personas e hizo cuatrocientos treinta bautizos, veinte matrimonios y confeso muchas personas y se les administro la comunión».

5.- Mons. Rafael Arias Blanco y la misión

A la muerte del obispo Sanmiguel acaecida el 6 de julio de 1937, lo sucede en el gobierno de la Diócesis de San Cristóbal monseñor Rafael Arias Blanco, quien tomó posesión de la Diócesis el 21 de febrero de 1940 y trabajó en pro de una renovación del convenio de la Misión con los padres Dominicos, incluso acudiendo, no sólo al padre Provincial en Colombia, sino al Maestro General de la Orden de Predicadores en Roma. En   efecto, el Documento  nos dice que

«alrededor del año de 1945 cinco días antes de cumplirse el plazo señalado para la partida de los misioneros, contestó el Padre General por intermedio de la Nunciatura Apostólica de Caracas en cable dirigido al mismo Nuncio de Su Santidad, quien lo remitió a los misioneros por medio del Excelentísimo Señor Obispo de San Cristóbal Dr. Rafael Arias quien personalmente lo trajo a Guasdualito».

El cable del Rdo. Padre General de los Dominicos ordenaba a los misioneros que permanecieran en sus puestos de misión hasta nueva orden, e informaba que ya había participado esta disposición al Padre Provincial en Colombia.

6.- La autonomía eclesial del Alto Apure

Guasdualito y todo el Alto Apure permaneció bajo el pastoreo del Obispo de San Cristóbal hasta el 7 de junio de 1954. En esta fecha, el Papa Pio XII erige la Prelatura Nullius de San Fernando de Apure, unificando en esta nueva jurisdicción eclesiástica a todo el Alto Apure desmembrado de la Diócesis de San Cristóbal, y el Medio y Bajo Apure desmembrado de la Diócesis de Calabozo.Veinte años después, el 12 de noviembre de 1974, el Papa Pablo VI eleva la Prelatura de San Fernando de Apure a Diócesis.

Y el 3 de diciembre de 2015, el Papa Francisco crea la Diócesis de Guasdualito, desmembrando territorio de la Diócesis de San Fernando de Apure, y territorio de la Diócesis de Barinas.

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7.- El ius commissionis del Vicariato Apostólico del Caroní

  Mons. Mario Moronta Rodríguez  Quinto Obispo de San Cristóbal

Por medio del ius commissionis (derecho de encargo o encomienda), el Papa llama a una determinada congregación religiosa o a una diócesis a cooperar con él en la obra de la evangelización en un determinado territorio de misión. Y esto fue lo que pasó recientemente con la Diócesis de San Cristóbal.

En efecto, el 20 de julio de 2021 se dio a conocer el Decreto de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos, organismo que ayuda al Papa en la obra de las misiones. En dicho Decreto se comisionaba, por voluntad del Santo Padre, a la Diócesis de San Cristóbal el encargo pastoral misionero de apoyar y acompañar al Vicariato Apostólico del Caroní.

El mismo 20 de julio, el quinto Obispo de San Cristóbal Mons. Mario Moronta en compañía de su auxiliar Mons. Juan Alberto Ayala, dirige un mensaje al Presbiterio y al Pueblo de Dios en el cual manifestaba que «se nos ha dado un encargo desafiante que, a la vez, es una manifestación de la gracia de Dios».

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¡Un mensaje al Pueblo de Dios!

El Obispo de San Cristóbal expone en su mensaje que elemento característico de este ius commissionis es que hermana la Diócesis de San Cristóbal con el Vicariato Apostólico del Caroní, y que dicha hermandad ha de manifestarse especialmente en la oración continua por la Iglesia hermana del Caroní y su pastor, en el envío de sacerdotes diocesanos, seminaristas y laicos para cooperar en el trabajo misionero y pastoral, en la comunión fraterna entre sacerdotes y laicos del Táchira y del Caroní, y en el aporte de ayudas materiales y económicas para la acción pastoral misionera.

El obispo Moronta manifiesta en su mensaje que dicha encargo hecho por el Santo Padre a la Iglesia del Táchira viene a «darle más fuerza a la dimensión misionera de nuestra Iglesia local». Y para profundizar en esta “dimensión misionera”, carisma fundante de nuestra Diócesis, el obispo llama a adentrarnos en un proceso de formación continua para la misión por parte de todo el Pueblo de Dios, y para ello, el Seminario Diocesano, la Universidad Católica del Táchira, el Instituto Universitario Eclesiástico y el Consejo Diocesano de Laicos han de «promover la cátedra de Misionología y cursos afines».

8.- El nuevo obispo del Caroní

El Vicariato Apostólico del Caroní desde su fundación (4 de marzo de 1922) había estado bajo la responsabilidad de la Orden de los Frailes Capuchinos, y encomendado a un obispo perteneciente a dicha Orden religiosa. Ahora para esta misión el Santo Padre eligió, el 27 de abril de 2021, a Monseñor Gonzalo Ontiveros, sacerdote del presbítero de la Diócesis de San Cristóbal.

En un artículo para la Revista Splendor, monseñor Gonzalo escribía: «No puede ser vista como casualidad que las dos Iglesia hermanas, El Caroní y San Cristóbal, hayan sido creadas por el Papa Pío IX el mismo año de 1922, y en vísperas de celebrar juntas el centenario de fundación, ahora el Papa Francisco las   hermane   aún   más   con   este   vínculo    del “ius commissionis”.

¡Una Bella herencia de Fe!

No sólo estamos recibiendo un encargo del Sucesor de Pedro, sino que estamos recibiendo también una bella herencia de fe de los Padres CapuchinosEs una providencial oportunidad para involucrarnos como discípulos y misioneros del Resucitado en la tierra de los tepuyes, del Salto Ángel, de las llanuras, valles y sabanas…, pero sobre todo de vivir y convivir con los hombres y mujeres del pueblo Pemón que han brotado de esa tierra fértil y bella que proclama la grandeza de Dios. Allá vamos… “en tú nombre Señor, echaré la red” (Lc 5,5).»

En julio de 2021, acompañando a Monseñor Gonzalo Ontiveros, salieron del Táchira para el Caroní tres sacerdotes, los padres Hugo Ochoa, Javier Parra y José Luis Pereira por un tiempo determinado renovable. Y en febrero de 2022 se les unió el padre Felipe Sánchez, además de dos seminaristas. Se espera que, dentro de poco, se sumen a esta misión laicos. A ustedes, pioneros de esta experiencia que providencialmente nos pone en sintonía con los orígenes de nuestra Iglesia local, he querido dedicar estas líneas.

Pido a María Santísima, a Aquella que salió presurosa al encuentro de Isabel (cf Lc 1, 39-45), a Aquella que ha alumbrado nuestra historia, que los acompañe y nos acompañe a todos a seguir cultivando con alegría y esperanza y en fidelidad al Evangelio de su Hijo este carisma fundacional de nuestra Iglesia diocesana: la misión.

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