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La Esperanza en la pandemia. Un camino de adviento

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Pbro. Jhonny A. Zambrano Montoya.

 

Durante estos últimos nueve meses del 2020, nos ha tocado vivir una experiencia a la cual no nos habíamos preparado, la pandemia COVID19. Compartiendo con muchos de mis familiares y amigos he encontrado mucha desesperanza, de manera especial en Venezuela, frente a otra pandemia que también nos azota, la pandemia de una crisis moral y sociopolítica, expresada en mayor pobreza. Luego de un retiro para preparar el adviento pude meditar sobre esta realidad, a la que no estoy ajeno, la cual ahora les quiero compartir.

 

La des-Esperanza tiene unos gritos que no podemos ignorar, entre ellos pienso en la incertidumbre frente a lo que ya no podemos controlar, (desconocemos como será este adviento, la navidad, el año próximo, en fin, nos agobia la inseguridad), el miedo a perder a quienes amamos, a enfermarnos, a no saber como será la sociedad en el futuro (hay que tener cuidado los miedos roba los sueños), la magnitud de lo que viene sucediendo frente a las estadísticas que nos llegan, (aquí pienso que mas que números hay personas e historias, rostros que viven la soledad, el aislamiento e incluso el rechazo), la precariedad y la crisis económica que expresa la desigualdad en la que vivimos, incluso que algunos aprovechan para sacar su ganancia, el conflicto social y político donde parecemos incapaces de remar en la misma dirección, (para algunos actores políticos y sociales es mejor crear conflicto y división, buscando culpables y responsables, mas que soluciones), hemos sido conscientes de nuestro limites, (donde ya nos podemos movilizarnos ni relacionarnos como antes, la mascarilla, el gel, el distanciamiento), la pobreza y la crisis migratoria que vive nuestra amada Venezuela que podríamos catalogarla como otra pandemia. En fin, frente a estos gritos referencia de muchos mas, la tristeza nos embarga, parece no haber solución, nos molestarnos, deprimirnos y caemos en ansiedad. La impaciencia junto a otros sentimientos nos va alejando y aislando de una luz llamada ESPERANZA.

 

El adviento es un gran tiempo y espacio para vivir la Esperanza. Recordamos aquella expresión de Isaías el profeta: Un pueblo que caminaba en tinieblas vio una gran luz, pues esta referencia bíblica es una promesa para nosotros. Hay unos motivos para tener Esperanza, seguidamente los comparto.

 

a) De que se encontrará la vacuna, Dios ha dado al hombre la capacidad de salir adelante con sus talentos, si recordamos la historia, cuantos hermanos nuestros han ofrecido desde sus talentos la cura a tantas enfermedades y pandemias en la historia, no es que caiga en triunfalismos, sino que pienso que los humanos podemos encontrar caminos de solución, somos hijos del Creador de todo, la cura llegará, hay que tener convicción.

 

b) El Encuentro expresión del amor, san Juan nos recuerda que debemos amarnos porque Dios es amor (Cfr. 1 Jn 4,7), ya llegará el momento de encontrarnos, vernos y abrazarnos, extrañar es signo de que amamos, ya que es importante para nosotros, el problema está si no extrañas a nadie. Esta experiencia nos ha llevado a valorar a lo que antes no le dábamos importancia, como pasa con el agua cuando llega a faltarnos, estamos aprendiendo a vivir la gratuidad.

 

c) La fraternidad, frente a una sociedad en conflicto que produce tensión, es necesario procurar la paz. Recientemente Francisco no los ha recordado en Fratelli Tutti (FT) que podemos ver en tres ideas centrales. 1) La corresponsabilidad (FT 77) no podemos esperar que otros nos resuelvan debemos ser parte activa en buscar la cura a una sociedad herida ¿de que soy responsable yo? Podemos ser críticos, pero sin destruirnos. 2) La aceptación de las diferencias (FT 221) aquí el ámbito sociopolítico es el mejor caldo de cultivo, no podemos caer en la trampa, debemos buscar caminos de dialogo haciendo valer los principios del Evangelio que se basan en la Verdad, para ellos se debe salir de las propias seguridades para buscar el bien común. 3) Recuperar la amabilidad (FT 224) lo cual no es una actitud burguesa, sino la capacidad de actuar desde la caridad frente al otro, desde lo que hay propio en tu ser, buscando consensos, aquí la actitud será la mejor predicación, la amabilidad es una forma de resistencia a la dureza. 4) Ser arquitectos que diseñan y proyectan espacios, para que como artesanos (FT 228), cada uno pueda a su manera construir la paz, no homogenizados, sino en comunión desde las diferencias, con la mirada en buscar resolver los problemas comunes, con sentido de pertenencia a lo común. El papa Francisco utiliza una figura que nos puede servir de reflejo: El Poliedro.

 

d) La sabiduría (Cfr. Sb 7 1-11) que nos ilumina para recuperar el deseo de re-aprender y discernir lo que es importante de lo accesorio, dando lugar a las prioridades. Frente al quejarnos optemos por agradecer. Nos hemos encontrado con nuestros limites, los cuales son coordenadas con las que nos toca vivir, nos hemos hecho preguntas, sobre la vida, la salud, la muerte; pero también hemos pensado como reinventar la vida, incluso sobrevivir para ir adelante, el venezolano tiene esta cualidad. La resistencia y capacidad para recrear incluso en los momentos mas difíciles que nos toca vivir. Podríamos decir que venimos de buena escuela, aquella que nos ha enseñado en las dificultades a buscar sentido a lo que vivimos, como ahora tenemos la oportunidad.

 

e) El esfuerzo y la paciencia, frente a la cultura de la inmediatez que nos desborda. Nos están robando la oportunidad de vivir el presente, tantas cosas e informaciones en cuestión de segundos, no nos permite tener espacios y tiempos para la reflexión. Es necesario tener la capacidad de anticipar ¿Qué sociedad quiero luego de la pandemia? ¿cómo debo irme preparando? Asimismo, el deseo que invade mi pensar y sentir, al cual hay que colocarle nombre para que verbalizados podamos accionarlos; allí la paciencia nos ayudará a ir viendo el horizonte, donde los deseos serán mas que ideas. El futuro vendrá pero debemos forjarlo con horizonte claro, lo cual se hace caminando, no esperando que nos lo traigan.

 

f) Finalmente la Esperanza del Salvador, donde se complementan las cinco anteriores. Jesús nos ayuda a despertar la conciencia de los talentos recibidos, para que, desde la experiencia de su amor, nos animemos a amar y luchar por el bien de los demás, buscando caminos de paz que estén envueltos de fraternidad teniendo como referencia su encarnación, donde la verdadera Sabiduría, el mismo Jesús nos sostenga en la peregrinación que venimos haciendo, donde la cruz lleva a la gloria, teniendo como mapa de ruta las bienaventuranzas, que nos invitan a encarnarnos a los márgenes. Ya decía un gran teólogo del siglo XX, I. Congar, que la renovación de la Iglesia vendrá de la periferia (márgenes) al centro, para los venezolanos los tenemos reflejados en los pobres que son una categoría teológica, donde la historia de la salvación busca encarnarse como lo hizo Jesús hace mas de 2000 años.

 

Que este adviento en pandemia sea una oportunidad para repensar nuestra historia personal de vida, nuestras relaciones con los que nos rodean y por quienes podemos hacer tanto, con Venezuela frente a la necesidad de una acción social y política que ofrezca una organización y renovación de nuestra sociedad para buscar solución desde lo que este a nuestro alcance como ciudadanos y cristianos, ya que la esperanza es la vida misma, por ello recordemos que “hasta el ultimo día es adviento, un adviento constante y eterno”.

 

 

 

 

 

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