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La infidelidad

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Uno de los grandes problemas en la vida de pareja es la infidelidad. Cuando se habla de infidelidad se piensa en relaciones íntimas fuera del matrimonio. Pero en realidad hay muchas maneras de ser infiel. Es todo lo que interfiere en la relación de pareja, por ejemplo, el trabajo excesivo, las adicciones, las actitudes, las redes sociales, cuando estas distracciones o ocupaciones sustraen parte del tiempo y atención para la vida en pareja, podríamos decir que llevan el virus de la infidelidad.

En este artículo busco presentar algunos distractores de la fidelidad matrimonial. En nuestras zonas de montaña de la región tachirense y algunos sectores populares encontramos dos fuertes distractores.

En primer lugar, el machismo que es reflejo de un sentimiento que anida en el corazón y la mente de quien se cree superior a la mujer. El machista no reconoce la igualdad de dignidad femenina, no admite que la mujer se desempeñe en un trabajo familiar y proyecta en ella el malestar de sus conflictos personales. Cree tener poder sobre ella.

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En segundo lugar, el alcohol donde su consumo busca distinguir en el hombre una falsa creencia que lo hace sentir más hombre. El desencadena accidentes, violaciones, homicidios, maltratos, abandono del hogar, irresponsabilidad paterna, desintegración familiar. Algunos hablan del origen y dicen que puede ser hereditario, conflictos emocionales, psíquicos y ambientales, sin embargo es la persona quien decide dejarse invadir por él.

En otros sectores de las ciudades y gremios de profesionales encontramos otras adicciones que son expresión de inseguridad personal, falta de autoestima, falta de respeto a sí mismo y de valor para enfrentar conflictos emocionales y sobre todo, falta de una formación emocional llevada de la mano de Dios.

En primer lugar, los celos son síntomas de falta de seguridad de sí mismo y confianza en quien dice amar. El deseo de poseer y controlar a la pareja hace que esta se sienta limitada en su libertad y dignidad. El verdadero amor busca el bien de la otra persona, confía y cree en el amor recíproco.

En segundo lugar, estamos rodeados de una cultura materialista que impera y que lleva a vivir la vida en forma tan superficial, que los valores auténticos de sacrificio, entrega, constancia y compromiso se van vaciando de significado.

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Entre otros aspectos, aparecen la rutina y los problemas que van apagando el entusiasmo inicial del matrimonio y lo hacen parecer un poco gris. Por ello se hace necesario en primer lugar, detectar el problema, luego aceptarlo y colocarle nombre, para que finalmente se pueda buscar una solución integrando la razón y el sentimiento, es decir, equilibrar entre lo que siento y pienso, para valorar el objetivo porque decidí buscar a esa persona para compartir la vida y formar un hogar junto a los hijos. Es necesario integrar la armonía que se ha perdido y tomar la decisión juntos de seguir adelante. Esto se dará en diálogo entre las dos partes, es necesaria una buena comunicación.

Finalmente, les recomiendo acercarse a Dios mediante los grupos de pastoral familiar de las parroquias, allí hay otras parejas que como ustedes buscar renovar el amor que los llevó a estar juntos, esto auxiliado por la gracia de buscar reconciliarse con Dios en el sacramento de la confesión y alimentarse de la eucaristía. Este será el inicio de un camino como Iglesia doméstica en comunidad de familias, buscando renovar la fidelidad a la que están llamados.

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