“Existen enormes concentraciones de intereses y organizaciones criminales generalizadas que los Estados tienen el deber de desmantelar. Es más fácil luchar contra sus víctimas. Con demasiada frecuencia, en nombre de la seguridad, se ha librado y se sigue librando una guerra contra los pobres, llenando las cárceles con quienes son sólo el último eslabón de una cadena de muerte. Aquellos que tienen la cadena en sus manos, en cambio, logran tener influencia e impunidad”.
En los rostros de quienes escuchan al Papa León XIV, en el Patio de San Dámaso, donde se desarrolla un encuentro con ocasión del Día Internacional contra la Droga proclamado por la ONU en 1989, se vislumbra un sufrimiento antiguo, un vacío, una falta de sentido y de afecto que en el pasado se convirtieron en resortes para buscar un anestésico, algo capaz de borrar o silenciar el dolor.
Lea también: Confirmaron a 35 jóvenes en Colegio Juan XXIII
Muchas de las personas presentes han experimentado la adicción, pero también el renacimiento, la “libertad” – dice León XIV – de la “prisión invisible” que representan la droga y las adicciones. El encuentro, que tiene lugar el mismo día de su celebración, es una oportunidad para lanzar un fuerte llamamiento «contra aquellos que hacen de la droga y de cualquier otra adicción -pensemos en el alcohol o en el juego- su inmenso negocio», afirma el Pontífice.
Limpiarse de la desesperación
En su discurso cita luego el Evangelium Gaudium del Papa Francisco para recordar que las ciudades mejoran si integran “a los que son diferentes”, si también construyen arquitectónicamente puentes y, por tanto, relaciones que “favorezcan el reconocimiento del otro”. Palabras que apoyan el pensamiento de León XIV.
“Nuestras ciudades deben liberarse no de los marginados, sino de la marginación; no deben ser limpiados por los desesperados, sino por la desesperación”.
Vatican News