San Eligio nació en Chaptelat, Lemosínm en el año 588, de padres galorromanos, y se convirtió en Obispo de Noyon. Al inicio de su vida destacó como aprendiz de platero, orfebre acuñador, un personaje que sería recordado por acabar ejerciendo como consejero de la Corona y que, tiempo más tarde, fue consagrado como obispo de Noyon.
Sobresalió por su inteligencia y la habilidad en el empleo de sus manos, habilidad que le llevó años después a convertirse en aprendiz de platero. Se dice que adquirió tal destreza que el rey Clotario II, su hijo y, más adelante, su nieto, Clovis II, recurrieron a sus habilidades en la corte para los trabajos relativos al uso de metales preciosos.
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Fue así como con el paso del tiempo atrajo la atención de los nobles galos, quienes más allá de su talento para el arte les conmovió su honradez, su espíritu, su forma de ser cristiana, su piedad y su coherencia en el desempeño de sus labores, lo que le llevaron a sentirse valorado.
De esta manera San Eligio se desempeñó como ministro de hacienda para Dagoberto I, también se convirtió en monetario de Clotario II y luego tesorero de Dagoberto I, antes de ser elegido obispo de Noyon en el año 641.
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Fue fundador de un monasterio en Solignac y otro en París, se le recuerda por haber acogido a Santa Godoberta como monja en Noyon. También destacó por haber contribuido a la extinción de creencias propias de la cultura mediterránea a manos del cristianismo, al haber prohibido la veneración de las Trivias, deidades protectoras de las encrucijadas, que aún eran reverenciadas por el pueblo.
San Eligio, a quien se le conmemora este jueves 1 de diciembre también es reconocido por ser el santo patrón de plateros, orfebres, joyeros, herreros, metalúrgicos y numismáticos.