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Solemnidad de la Santísima Trinidad: el misterio del amor de Dios

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“Seguimos trabajando en la tarea de profundizar y culminar con las causas que tenemos en la mano. Pidamos a los laicos, en especial a Don Lucio, que sea intercesor y protector de los sacerdotes, que nos ayude a conseguir el amor a la eucaristía, al sacerdocio, a la Virgen y a la Santísima Trinidad”
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El domingo siguiente a Pentecostés, la Iglesia Universal celebra la solemnidad de la Santísima Trinidad. Ya en el tiempo litúrgico ordinario, se resalta el misterio fundamental de la fe cristiana. El portal de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso refiere que esta fiesta comenzó a celebrarse hacia el año 1000, aunque la devoción es mucho más antigua.

El presbítero Oscar Morales, párroco de la iglesia Santísima Trinidad de La Fría, municipio García de Hevia, comenta que en esta fiesta litúrgica se honra el amor del Padre al crear todo lo que está a la vista, el amor del Hijo obediente al Padre al venir a este mundo a redimir a la humanidad del pecado y el amor del Espíritu Santo que es el que santifica.

“Este es el misterio de la Santísima Trinidad: el Padre es el creador, el Hijo el redentor y el Espíritu Santo es el que nos ilumina para decirle a Dios “Padre Nuestro”, y reconocer al hijo en cada eucaristía a la cual asistamos”, señala el presbítero.

Escrituras

La Tradición y Magisterio de la Iglesia indican que se trata de un misterio que no se puede descifrar sino a la luz de la fe. Sin embargo, se puede reconocer su presencia en la Sagrada Escritura desde el Antiguo Testamento. En el libro del Génesis en la narración de la creación (1, 26) “Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza”, una expresión en número plural donde está incorporado el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.

Luego, en el libro de Isaías se anuncia el envío del mediador entre Dios y los hombres, el que vendrá para redimir al pueblo de sus pecados: “El Señor, pues, les dará esta señal: una virgen concebirá y dará a luz un varón a quien le pondrá el nombre de Emmanuel, es decir: Dios-con-nosotros” (Isaías 7, 14).

En el Nuevo Testamento, Jesús, nacido de María, nos manifiesta al Padre y le invoca con ese sentido filial “Abba”, o sea Padre” (Mc, 14,36) y en acciones a través de su compasión, su entrega y su misericordia: en la cruz al implorar “Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen” (Lucas, 23,34) y luego abandonarse a Él: “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu. Y habiendo dicho esto, expiró» (Lucas 23:46)

Luego de la resurrección de Jesucristo y de su ascensión al cielo, en Pentecostés se cumple la promesa del Hijo: “Yo estaré con ustedes todos los días hasta el fin del mundo” (Mt, 28,20). Los apóstoles reciben al Espíritu Santo, quien proporciona la fuerza para emprender la misión evangelizadora.

La referencia directa a la Santísima Trinidad en las escrituras se halla en el evangelio de Mateo. Antes de la ascensión al cielo, Jesús dijo a los apóstoles: “vayan, pues, a las gentes de todas las naciones, y háganlas mis discípulos; bautícenlas en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo”.

El catecismo de la Iglesia Católica explica que “Dios, ciertamente, ha dejado huellas de su ser trinitario en su obra de Creación y en su Revelación a lo largo del Antiguo Testamento. Pero la intimidad de su Ser como Trinidad Santa constituye un misterio inaccesible a la sola razón e incluso a la fe de Israel antes de la Encarnación del Hijo de Dios y el envío del Espíritu Santo”.

La Santísima Trinidad y el Magisterio


Pío XI:

Nuestro Dios es el Dios personal, trascendente, omnipotente, infinitamente perfecto, único en la trinidad de las personas y trino en la unidad de la esencia divina, creador del universo, señor, rey y último fin de la historia del mundo, el cual no admite, ni puede admitir, otras divinidades junto a sí. (A los venerables hermanos, arzobispos, obispos y otros ordinarios de Alemania en paz y comunión con la Sede Apostólica 14 de marzo de 1937).

Pío XII:

(…) se trata de un misterio oculto, el cual, mientras estemos en este destierro terrenal, de ningún modo se podrá penetrar con plena claridad ni expresarse con lengua humana. (…) será posible, de una manera absolutamente inefable, contemplar al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo con los ojos de la mente, elevados por luz superior; asistir de cerca por toda la eternidad a las procesiones de las personas divinas y ser feliz con un gozo muy semejante al que hace feliz a la santísima e indivisa Trinidad” (29 de junio, en la fiesta de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo, del año 1943)


San Pablo VI:

El misterio de la unidad de Dios en la Trinidad de Personas es un océano sin orillas. Pero justamente éste es el misterio que se ha revelado en Cristo y ha sido confirmado por la meditación atenta y humilde de la Iglesia; es el sol de nuestra sabiduría; es el hilo de nuestra comunicación con el Dios único de la verdad y del amor; es la invitación a nuestra unión con el Dios inefable, nuestro Padre, nuestro Hermano en su Hijo, nuestro consolador e inspirador en el Espíritu Santo que procede del Padre y del Hijo. No es un teorema inútil e inexplicable. (Angelus, Domingo 21 de mayo de 1978).

San Juan Pablo II:

Nosotros podemos decir del Dios Uno y Trino mejor lo que no es que lo que es. Por lo demás, si pudiésemos explicarlo adecuadamente con nuestra razón, eso querría decir que lo habríamos apresado y reducido a la medida de nuestra mente, lo habríamos como aprisionado en las mallas de nuestro pensamiento; pero entonces lo habríamos empequeñecido a las dimensiones mezquinas de un ídolo. (Homilía en la basílica de San Pedro 29-5-1983)

Benedicto XVI:

El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son uno, porque Dios es amor, y el amor es la fuerza vivificante absoluta, la unidad creada por el amor es más unidad que una unidad meramente física. El Padre da todo al Hijo; el Hijo recibe todo del Padre con agradecimiento; y el Espíritu Santo es como el fruto de este amor recíproco del Padre y del Hijo. Los textos de la santa misa de hoy hablan de Dios y por eso hablan de amor; no se detienen tanto sobre el misterio de las tres Personas, cuanto sobre el amor que constituye su esencia, y la unidad y trinidad al mismo tiempo. (Homilía 19 de junio de 2011)

Francisco:

“La Trinidad nos enseña que no se puede estar nunca sin el otro. No somos islas, estamos en el mundo para vivir a imagen de Dios: abiertos, necesitados de los demás y necesitados de ayudar a los demás. Así pues, hagámonos esta última pregunta: ¿Soy un reflejo de la Trinidad en la vida de todos los días? ¿Se queda la señal de la cruz que hago cada día en un mero gesto ocioso o inspira mi manera de hablar, conocer, responder, juzgar, perdonar?” (12 de junio de 2022)


León XIV:

En el encuentro con auditores y contadores que peregrinaron a Roma con motivo del Año Jubilar, el 11 de junio de 2025, el Papa León XIV mencionó la celebración de la solemnidad de la Santísima Trinidad, con el deseo de que la contemplación de su misterio lleve a los creyentes “cada vez más al amor divino», y les impulse a cumplir «en toda circunstancia la voluntad del Señor»”

Ana Leticia Zambrano

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DC.RADIO

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