Cada año los fieles, no sólo del Táchira, sino de otros lugares de Venezuela y más allá, se acercan a los pies de nuestra madre de la Consolación de Táriba para decirle ¡gracias! y también para pedirle por diversas necesidades.
Celebrar en nuestra Iglesia Local de San Cristóbal la Solemnidad de Nuestra Señora de la Consolación, nos puede llevar a meditar sobre su relación con el acto salvador del Señor.
Los Santuarios son una riqueza mística de nuestro catolicismo. Son el gran espacio de reunión del Pueblo de Dios, siendo centro de espiritualidad para todo cristiano.
Una pregunta a formular es ¿cómo Dios se encuentra presente dentro de las realidades de los problemas humanos? Para responder se hace necesario discernir dentro de los fenómenos socioculturales urbanos, desde donde se pueda contemplar a Dios que habita en la ciudad.
Pensar la ciudad y pensar la misión nos lleva a tener memoria histórica y reflexión teológica con visión de las líneas pastorales necesarias para evangelizar la ciudad. Para ello es necesario anunciar, contemplar y reconocer. En los próximos tres artículos reflexionaré sobre estos tres verbos.
He comenzado a leer el libro Seremos juzgados en el amor del padre Gabriel Amorth. Las primeras líneas de la introducción, Amorth nos pone en contexto por medio de la profunda voz de San Juan de la Cruz: “al atardecer de la vida, seremos juzgados en el amor”.