Proyectar una formación orgánica y especializada del mundo de la acción política que integre al pueblo a esta misión, supone contar con asesores y equipos pastorales especializados que faciliten el acompañamiento pastoral y espiritual de la Clase Dirigente.
Signos de los tiempos
Para llegar a una pastoral de la acción política, es necesario discernir los signos de los tiempos de la realidad venezolana, de tal manera que podamos responder mejor a las inquietudes y aspiraciones de nuestro pueblo reconociendo las riquezas y la complejidad que les caracteriza.
La acción política tiene la responsabilidad de ayudar en este desarrollo y fortalecer la institucionalidad democrática, lo que exige un efectivo acompañamiento pastoral de quienes pueden orientar la búsqueda del Bien Común desde la vocación del servicio.
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Son necesarios modelos de desarrollo humano integral, a través del diseño de acciones concretas para la aprobación de políticas sociales y políticas que atiendan las variadas necesidades y conduzcan a un desarrollo sostenible.
El Documento de Aparecida invita a recuperar la teología de los signos de los tiempos. En virtud de esta clave de interpretación teológica, se indican algunos signos de los cuales será necesario encargarse: los pobres, la necesidad de justicia social y la demanda de mayor participación del pueblo.
Discípulo misionero
Por medio de los “Principios, Criterios y Orientaciones de la DSI” se puede desarrollar un tentativo de formación de la Clase Dirigente que necesita Venezuela para su reconstrucción como nación, pero ¿Quién es el discípulo misionero que puede hacer parte de una Clase Dirigente?
Todo el Documento de Aparecida está centrado en la figura del discípulo misionero, aunque no se presenta una definición exacta de este personaje paradigmático. Un discípulo misionero es un cristiano que vive la experiencia de encuentro con Jesucristo y la comunidad en torno a una amistad, que tiene como fuerza ontológica la Eucaristía.
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Encarnar esta noción en la acción política, nos lleva a pensar que el discípulo es una persona que madura constantemente en el conocimiento, amor y seguimiento de Jesús Maestro, que profundiza en el misterio de su persona, de su ejemplo y de su doctrina, es alguien apasionado por Cristo, a quien reconoce como el maestro que lo conduce y acompaña.
Con-Vocación
La vocación al discipulado en la acción política es una con-vocación a la comunión en la Iglesia y la sociedad. Con-vocación, esto significa que hay un llamado -vocación-: el discípulo no se llama a sí mismo, es llamado a participar del trabajo y de la misión de la Iglesia entera, y un campo muy importante donde vive la Caridad en su máxima expresión es la Política.
No está solo ni puede trabajar en solitario. El misionero es el discípulo que, a medida que conoce y ama a su Señor, experimenta la necesidad de compartir con otros su alegría de ser enviado, de ir al mundo a anunciar a Jesucristo, muerto y resucitado, a hacer realidad el amor y el servicio en la persona de los más necesitados, en una palabra, a construir el Reino, en medio de las estructuras temporales. La misión es inseparable del discipulado.
Conclusión
Discipulado y misión son como las dos caras de una misma medalla: cuando el discípulo está enamorado de Cristo, no puede dejar de anunciar al mundo que sólo Él nos salva. En efecto, el discípulo sabe que sin Cristo no hay luz, no hay esperanza, no hay amor, no hay futuro.
Pbro. Jhonny Zambrano