Tiziana Campisi – Ciudad del Vaticano
Educar no es «llenar la cabeza de ideas», porque se forman «autómatas», sino caminar junto a las personas en una «tensión entre el riesgo y la seguridad». Así lo dijo el Papa Francisco en un discurso improvisado -tras entregar el texto preparado- a una delegación del «Global Researchers Advancing Catholic Education Project» (GRACE), un nuevo proyecto de investigación internacional promovido por voluntarios con el objetivo de promover los valores de la educación católica en el respeto a la identidad y el diálogo. El encuentro tuvo lugar en la pequeña sala del Aula Pablo VI antes la audiencia general.
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El derecho a equivocarse
«Educar -dijo el Papa- es arriesgar en la tensión entre la cabeza, el corazón y las manos: en armonía, hasta el punto de pensar lo que siento y hago; de sentir lo que pienso y hago; de hacer lo que siento y pienso. Es una armonía». El Pontífice pidió a los enseñantes de escuelas primarias, secundarias y universitarias que apoyen a los estudiantes en su itinerario educativo. «No se puede educar -añadió- sin caminar junto a las personas a las que se educa. Es hermoso cuando se encuentran educadores que caminan juntos con los chicos y chicas». Francisco señaló que «educar no es decir cosas puramente retóricas; educar es hacer que lo que se dice se encuentre con la realidad». Las muchachas y los muchachos tienen derecho a equivocarse, pero el educador les acompaña en el camino para orientar esos errores, para que no sean peligrosos». El verdadero educador -continuó Francisco- nunca tiene miedo de los errores, no: acompaña, toma de la mano, escucha, dialoga. No se asusta y espera. Esto es la educación humana: educar «es esto de sacar adelante y hacer crecer, ayudar a crecer».
Educar en la tradición que es dinámica
La delegación de GRACE, a través de un portavoz, entabló un diálogo con Francisco y explicó al Pontífice que el objetivo del proyecto es precisamente el de educar no sólo transmitiendo conocimientos, sino también dando espacio al ámbito espiritual y pastoral y a lo que los mayores pueden transmitir a los jóvenes. El Papa subrayó que «el diálogo entre los jóvenes y los ancianos es importante», «porque el árbol, para crecer, necesita una estrecha relación con sus raíces», y a continuación relató: «Hay un poeta de mi tierra que dice una cosa muy bonita: ‘Todo lo que el árbol tiene de florido, vive de lo que tiene sepultado’. Sin raíces no se puede avanzar. Sólo con las raíces nos convertimos en personas». Por ello, Francisco dijo no al frío y rígido tradicionalismo, reiterando que la verdadera tradición es «tomar del pasado para ir hacia adelante». La tradición no es estática: es dinámica, tiende a avanzar.
(Vatican News)