Han pasado cincuenta años desde el motu proprio de Pablo VI Ministeria quaedam que reformó las órdenes menores e instituyó los ministerios laicos. El Papa Francisco celebra la ocasión con un mensaje firmado el 15 de agosto y anuncia su intención de iniciar un diálogo con las conferencias episcopales de todo el mundo «para poder compartir la riqueza de las experiencias ministeriales que en estos cincuenta años la Iglesia ha vivido tanto como ministerios instituidos (lectores, acólitos y, sólo recientemente, catequistas) como ministerios extraordinarios y de hecho». El objetivo, explica el Pontífice en su mensaje, es «saber escuchar la voz del Espíritu y no detener el proceso, cuidando de no querer forzarlo imponiendo opciones fruto de visiones ideológicas». Por ello, Francisco cree que «es útil compartir, más aún en el clima del camino sinodal, las experiencias de estos años. Pueden ofrecer preciosas indicaciones para llegar a una visión armoniosa de la cuestión de los ministerios bautismales y así continuar nuestro camino».
El camino del Papa Montini y las Cartas de Francisco
En el mensaje, Francisco recuerda que el motu proprio de Pablo VI no sólo renovó la disciplina de las órdenes menores y el subdiaconado, «sino que ofreció a la Iglesia una perspectiva importante que tuvo la fuerza de inspirar desarrollos posteriores». Como recordarán, durante el Sínodo sobre la Amazonia se discutió la posibilidad de desarrollar más los ministerios. Posteriormente, el Papa Francisco intervino en el asunto con dos Cartas Apostólicas: la primera, Spiritus Domini, fechada el 10 de enero de 2021, abrió el acceso de las personas femeninas al ministerio instituido del Lector y Acólito. La segunda, Antiquum ministerium, del 10 de mayo de 2021, instituyó el ministerio de catequista. «Estas dos intervenciones -explicó el Papa- no deben interpretarse como una superación de la doctrina anterior, sino como un desarrollo ulterior que ha sido posible porque se basa en los mismos principios -coherentes con la reflexión del Concilio Vaticano II- que habían inspirado a Pablo VI». El Papa Montini, aceptando las peticiones de «no pocos» Padres Conciliares, hace cincuenta años había, de hecho, «reconocido la posibilidad de que las Conferencias Episcopales soliciten a la Sede Apostólica la institución de aquellos ministerios considerados necesarios o muy útiles en sus regiones». Incluso la oración de ordenación del obispo, en la sección de intercesiones, indica entre sus principales tareas la de organizar los ministerios».
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Fundamentos de cada ministerio
Francisco explica que «el tema tiene una importancia fundamental para la vida de la Iglesia: de hecho, no hay ninguna comunidad cristiana que no exprese ministerios», como demuestran las cartas de San Pablo, donde describe «un ministerio generalizado, que se organiza sobre la base de dos fundamentos determinados: en el origen de todo ministerio está siempre Dios, que con su Espíritu Santo lo obra todo en todos» y «la finalidad de todo ministerio es siempre el bien común, la edificación de la comunidad». Por tanto, todo ministerio es «una llamada de Dios para el bien de la comunidad». Gracias a estos dos fundamentos, la comunidad cristiana puede organizar «la variedad de ministerios que el Espíritu suscita en relación con la situación concreta que vive». Esta organización, escribe el Papa, «no es un hecho meramente funcional, sino que es, más bien, un atento discernimiento comunitario, a la escucha de lo que el Espíritu sugiere a la Iglesia, en un lugar concreto y en el momento presente de su vida». Así, «toda estructura ministerial que nace de este discernimiento es dinámica, viva, flexible como la acción del Espíritu: debe enraizarse en él cada vez más profundamente para no correr el riesgo de que el dinamismo se convierta en confusión, la viveza se reduzca a improvisación extemporánea, la flexibilidad se transforme en adaptaciones arbitrarias e ideológicas».
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La realidad es superior a la idea
En el mensaje, Francisco recuerda que «la eclesiología de comunión, la sacramentalidad de la Iglesia, la complementariedad del sacerdocio común y del sacerdocio ministerial, la visibilidad litúrgica de cada ministerio son los principios doctrinales que, animados por la acción del Espíritu, hacen armoniosa la variedad de ministerios». La cuestión de los ministerios bautismales toca varios aspectos que «deben ser ciertamente considerados: la terminología utilizada para indicar los ministerios, su fundamento doctrinal, los aspectos jurídicos, las distinciones y las relaciones entre cada uno de los ministerios, su valor vocacional, los itinerarios de formación, el acontecimiento instituyente que habilita el ejercicio de un ministerio, la dimensión litúrgica de cada ministerio». Temas claramente complejos, en los que, dice el Papa, «ciertamente hay que seguir profundizando», pero sin «pretender definirlos y resolverlos para luego poder vivir la ministerialidad», porque actuando así «lo más probable es que no podamos ir muy lejos». Por eso, en el mensaje, Francisco repite lo ya escrito en la exhortación Evangelii gaudium, a saber, que «la realidad es superior a la idea» y «debe establecerse un diálogo constante entre ambas, evitando que la idea acabe separándose de la realidad». Además, el Papa recuerda que «el tiempo es superior al espacio». Por eso, «en lugar de obsesionarse con los resultados inmediatos en la resolución de todas las tensiones y la clarificación de todos los aspectos, corriendo así el riesgo de cristalizar los procesos y, a veces, pretender detenerlos, hay que acompañar la acción del Espíritu del Señor».