“Con una tierna sonrisa, en una carita rosadita como cuando nació”, celebra la adorable niña Ahinoa toda la alegría que le regala la evolución de una compleja operación de trasplante de hígado que se le hizo en Barcelona, España, para salvarle su vida, según cuentan sus padres Yamilet Soto y José Ramírez.
Envuelta en fe y esperanza está toda la historia de Ahinoa, quien tuvo que salir de su país, Venezuela, solo con un añito de edad para ir a una intervención médica especializada. Es que a sus dos meses le diagnosticaron Atresia de Vías Biliares y desde ese momento empezó una fuerte travesía para ella y su familia.
Cuando le detectaron la enfermedad ameritó una intervención inmediata, que no pudieron hacerla a tiempo. “Primero no había quirófano disponible, luego no había cupo, en la clínica el precio era bastante. Logramos hacerla, pero me dijeron que no funcionó y que se necesitaba el trasplante porque sin eso no podría vivir después de sus dos años. Me desesperé mucho porque sabemos la difícil situación de Venezuela, pero nunca falta Dios ni los ángeles terrenales que él pone en nuestras vidas”, explica la madre.
Yamilet agradece mucho que llegara a sus vidas la Fundación Frigilux cuando a Ahinoa la intervinieron la primera vez, porque de allí en adelante asumieron el caso de la niña “como si fuera de ellos mismos. El propio presidente de la organización Yaser Dagga, nos dio el apoyo incondicional, así como todo su equipo. No hay palabras para agradecer a esos ángeles que hicieron realidad esto. De corazón siento que mi hija es una parte de ellos también”.
Ahinoa, sus padres y su hermana mayor se fueron a España hace cinco meses, con el auspicio de la fundación. Allí tuvieron que ingresar a una lista de espera y se prepararon con las mejores expectativas para el trasplante que se pudo realizar a mediados de marzo. “Fue muy emocionante, porque justo el 15 de marzo, el día de cumpleaños de Ahinoa, nos llamaron para avisarnos que había un posible hígado compatible y así fue. Dios no deja de sorprendernos”, expresa la mamá.
Han pasado 50 días desde ese momento y ahora están felices. “Teníamos mucha fe y esperanza de poder ver a nuestra hija como está ahorita, agarrando peso, contenta, más grandecita, con ese colorcito bonito que no tenía desde que nació. El cambio ha sido notorio y rápido, desde las primeras 72 horas ya se veía el cambio en su rostro, sus ojitos dejaron de ser amarillos, igual su piel”.
La familia de Ahinoa está lista para seguir adelante, con el proceso de adaptación que les permita fortalecer el sistema inmunológico de la niña, quien continúa recibiendo el respaldo de la Fundación Frigilux. Yamilet añadió que se alegra “no solo por Ahinoa, sino por todos los niños de Venezuela que pueden ser ayudados por instituciones nobles que demuestran el amor por lo que hacen».