La Navidad ha sido el centro de las celebraciones en este último período. Llegamos hoy a la fiesta del Bautismo del Señor, con la esperanza de unir no solo ideas sino hechos concretos que traen consigo la salvación en el nacimiento de Jesús. En este camino de la Navidad se nos ha presentado la luz que guía nuestra vida hacia Jesús; hoy, en esta fiesta, los signos del agua y del espíritu son de vital importancia en la misión del Hijo de Dios.
El anuncio de la salvación donde el centro es la palabra de Dios hecha carne se hace presente en Juan quien señala al Cordero de Dios y acepta bautizar a Jesús, aún manifestando que es indigno de tan alto honor. El evangelio de hoy muestra la unión de la Palabra de Dios a través de la historia y la manifestación plena de su complacencia ante la mirada del mundo.
LLAMADOS A COMPARTIR LA MISIÓN
En el episodio del Bautismo de Jesús encontramos la llamada a ser discípulos misioneros y testigos del Evangelio, ya que Dios mismo nos indica la complacencia hacia Jesús. El agua que purifica, el espíritu que guía y la voz de Dios presente a cada momento en la vida del hombre, son signos de la misión que debemos cumplir: anunciar la Palabra de Dios, sin temor y convencidos que Él se complace en la extensión de su reino y en la propagación del mensaje de salvación.
El Bautismo de Jesús nos muestra la siempre novedosa acción de Dios en el corazón del hombre, es la acción de quien ama y de quien encuentra en su hijo el gozo y la alegría de poder mostrar al mundo su complacencia. Este día es un momento para reflexionar sobre puntos esenciales de la propia vida: nuestra relación con Jesús, la cercanía con Dios, la alegría que nos produce sabernos sus hijos. Es un día para hacer presente nuestro bautismo y de este modo el amor de Dios en nosotros.
Compartamos esta misión y seamos portavoces del amor del Padre que se complace viendo a su hijo invitándonos a escucharlo y seguirlo. No perdamos esta oportunidad de ser testigos de lo que Dios nos da, siendo cercanos con aquellos que sufren, quienes han perdido la esperanza, quienes no encuentran solución a los diferentes problemas que están presentes cada vez más en nuestro país, quienes no escuchan a Dios aun sabiendo que Él se complace en aquellos que le siguen de palabra y obra.
MARÍA, FIEL DISCÍPULA DE DIOS
En María y con María podemos llegar a Jesús. Ella es fiel discípula de quien nos ama y testigo de esa complacencia en la que se nos muestra el camino para llegar a Dios. Sigamos su ejemplo y seamos misioneros propagadores del mensaje de vida que, en espíritu y verdad, todos estamos convocados a extender a todos los hombres y mujeres de buena voluntad, a fin de llegar a la justicia y a la paz que todos y cada uno de nosotros necesitamos y anhelamos. Así sea.
José Lucio León Duque
Sacerdote de la Diócesis de San Cristóbal