El ejemplo del beato cardenal Hòssu, «hombre de diálogo y profeta de esperanza», y la amistad entre la Iglesia greco-católica rumana y la comunidad judía del país, sean una luz para el mundo actual: «¡Digamos «no» a la violencia, a toda violencia, más aún si se perpetra contra personas indefensas e indefensas, como los niños y las familias!».
En el llamamiento con el que el papa León XIV concluye su discurso, en el corazón de la conmemoración del cardenal rumano Iuliu Hossu (1885-1970), se encuentra toda la fuerza del testimonio de un pastor «símbolo de fraternidad más allá de cualquier frontera étnica o religiosa». Para él, que como obispo greco-católico de Cluj-Gherla, entre 1940 y 1944, con su valiente compromiso «contribuyó a salvar de la muerte a miles de judíos del norte de Transilvania», recuerda el Papa, evitando su deportación a los campos de exterminio, está en curso el proceso de reconocimiento como «Justo entre las Naciones», iniciado en 2022.
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El recuerdo de la Iglesia greco-católica y de las comunidades judías rumanas
En la Capilla Sixtina, esta tarde del 2 de junio, día en el que la Iglesia lo recuerda junto con los otros seis obispos beatificados en este día de 2019, en Blaj, por el Papa Francisco, para celebrar la memoria del cardenal Hossu están presentes la Federación de Comunidades Judías de Rumanía, con su presidente Silviu Vexler, y la Iglesia greco-católica de Rumanía, con el obispo Cristian Crișan, que lee el mensaje del arzobispo mayor cardenal Lucian Mureşan. En este año que el Parlamento rumano ha proclamado «Año nacional del cardenal Iuliu Hossu», a 140 años de su nacimiento.
Apóstol de la esperanza y mártir de la fe
León XVI subraya inmediatamente que Hossu es un apóstol de la esperanza, conmemorado en el Jubileo dedicado a la esperanza, pero también «mártir de la fe durante la persecución comunista en Rumanía».
“Hoy, en cierto sentido, entra en esta capilla, después de que San Pablo VI, el 28 de abril de 1969, lo creara cardenal in pectore, mientras estaba en prisión por haber permanecido fiel a la Iglesia de Roma”.
Un nombramiento que se hizo público solo en 1973, tras la muerte del cardenal, quien rechazó la oportunidad de abandonar un país que para él era ya muy peligroso, tras su detención por orden del régimen comunista en 1848, y refugiarse en Roma, para permanecer junto a su pueblo.
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