En esta solemnidad de todos los Santos, el Papa Francisco ha explicado que esta fiesta no celebra a aquellos que en vida han sido “perfectos, siempre rectos, precisos o almidonados”. Ha asegurado que el Evangelio de esta jornada desmiente esta “versión estereotipada de santidad de estampita”.
Porque las Bienaventuranzas hablan, en realidad, “de una vida a contracorriente y revolucionaria”. Y en estos tiempos de guerra, el Papa ha querido desarrollar esta explicación a partir de la Bienaventuranza que reconoce a los que trabajan por la paz.
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Hacer la paz es distinto a estar en paz o a que nos dejen en paz, ha insistido Francisco que ha aclarado que Cristo no llama ‘bienaventurados “a aquellos que están en paz, sino a aquellos que hacen la paz, los constructores, los que trabajan por la paz”. “De hecho, la paz hay que construirla y como toda construcción, requiere compromiso, colaboración, paciencia”, ha afirmado en lo que puede considerarse un mensaje válido para cualquier negociador que tenga que sentarse en una mesa de diálogo. Por eso, ha reiterado que la paz no se construye a través de la fuerza: “Para Jesús es lo contrario. Su vida y la de los santos nos dicen que la semilla de paz, para crecer y dar fruto, debe antes morir. La paz no se alcanza conquistando o derrotando a alguien, nunca es violenta, nunca es armada”.
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Como primer paso para construir esta paz, el Santo Padre ha pedido desarmar los corazones de “pensamientos agresivos y palabras cortantes” y de la queja o la indiferencia. “La semilla de la paz pide que se desmilitarice el campo del corazón. ¿Cómo va tu corazón, está desmilitarizado ya o sigue con esta queja, esta indiferencia?, ¿cómo se desmilitariza el corazón? Abriéndose a Jesús, que es nuestra paz, estando frente a su Cruz, que es la cátedra de la paz; recibiendo de Él, en la Confesión, el perdón y la paz. De aquí se empieza, porque ser operadores de paz, ser santos, no es una capacidad nuestra, es un don suyo, es una gracia», ha explicado el Santo Padre.
Por último, ha exhortado a todos a ser constructores de paz, cada uno en su ambiente de trabajo o de estudio. «Los que trabajan por la paz serán llamados hijos de Dios’. En el mundo parecen fuera de lugar porque no ceden a la lógica del poder y del predominio, pero en el Cielo serán los más cercanos a Dios, los más parecidos a Él», ha concluido el Santo Padre.
Baréin, un viaje en el signo del diálogo
Tras el rezo de la oración mariana, Francisco ha saludado a algunos grupos de fieles congregados en la plaza de San Pedro y ha hecho una especial petición por los frutos de su próximo viaje apostólico que tiene como destino el reino de Baréin.
El Papa ha dado las gracias anticipadamente al rey y autoridades del pequeño país y ha insistido en la importancia de su participación en el Bahrain Forum for Dialogue: East and West for Human Coexistence: “Es un viaje en el signo del diálogo. Participaré en un encuentro que tiene por tema la imprescindible necesidad de que Oriente y Occidente se encuentren para el bien de la convivencia humana”.
Francisco ha pedido a los fieles que le acompañen con la oración en estos días en Baréin «para que cada encuentro y evento sea una ocasión frutífera para sostener, en nombre de Dios, la causa de la fraternidad y de la paz de las que nuestro tiempo tiene extremo y urgente necesidad».
Y de nuevo, un día más, no ha querido terminar su intervención sin antes recordar a la martirizada Ucrania e implorar de nuevo la paz para su pueblo.
Con información de Alfa y Omega