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Plegaria ante el Santo Cristo de La Grita: “tengo un sueño”

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Suplica pronunciada por monseñor Mario Moronta, este 6 de agosto, al final de la Misa del Santo Cristo en La Grita.  

 

  1. EL SUEÑO DE UN PASTOR.

1]

Ante el Ícono del Santo Cristo de La Grita podemos recordar, cómo, a lo largo de la historia, han existido hombres y mujeres de fe que han tenido sueños muy especiales. Ellos han dado a conocer mensajes de parte de Dios, vividos también en una profunda experiencia de fe. Jacob, nos relata el libro del Génesis (28, 10-19), tuvo el rememorado sueño de la escala que unía el cielo con la tierra, por donde subían y descendían ángeles de Dios. Este sueño incluía la reiteración de parte de Dios de concederle a Jacob una tierra propia para su descendencia, que sería tan grande hasta poder llegar a ser un pueblo.

2]

San Juan Bosco nos ha transmitido algunos de sus sueños.

Uno de ellos presentaba la nave de la Iglesia, siempre timoneada por el Sumo Pontífice y que saldría victoriosa ante los ataques de sus enemigos. Esa misma nave estaba acorazada por dos columnas protectoras, una, la de María Auxiliadora, Madre de la Iglesia; la otra, la Santísima Eucaristía. Hace 56 años, un líder religioso pronunció un famoso discurso ante una inmensa multitud, para pedir una sociedad fundamentada  en la igualdad y fraternidad, con pleno reconocimiento de los derechos civiles y libertades individuales. Fue Martin Luther King, quien sintetizó ese discurso con una frase que ha sido recordada permanentemente: “I have a dream” – “Yo tengo un sueño”.

3]

Con temor y temblor y con toda humildad, haciéndome eco de tantas ilusiones y esperanzas de nuestra gente, compartiendo las angustias y desolaciones del pueblo al que pertenezco y del que soy servidor y testigo, me atrevo  presentarle al Santo Cristo una plegaria en forma de sueño. No se trata de un mero ejercicio literario, ni de las fantasías que pueden surgir de una dura realidad casi imposible de solucionar. Es una plegaria hecha con la decisión de la fe, el entusiasmo de la esperanza y el ardor de la caridad. Ante el Santo Cristo presento el sueño de un pastor y de su grey.

 

  1. TENGO EL SUEÑO DE LOS HIJOS DE DIOS.

4]

¡Qué bonito es reconocer tu fuerza redentora por la cual podemos llegar a ser “hijos de Papá Dios”! Son muchas las consecuencias de esta realidad transformadora. Sueño por eso que, en medio de las tinieblas que ensombrecen a nuestra sociedad, sea respetada la dignidad humana de cada uno de nosotros, dignidad de donde brotan los así denominados derechos humanos, particularmente el derecho a la vida. Sueño que podamos ser reconocidos como personas, imagen y semejanza de tu Padre Dios, con nuestra masculinidad y feminidad, sin romperla con propuestas ideológicas que no tienen fundamento alguno.

5]

Sueño, Señor de los Milagros, que podamos vivir en fraternidad y solidaridad, sin distinciones, brechas ni divisiones. Sólo así podremos hacer realidad el encuentro y el diálogo que construyen convivencia, paz y auténtico desarrollo. No resulta fácil, ya que las fuerzas del maligno aúpan el egoísmo, la prepotencia y el ansia de poder. Vivimos en una sociedad y en un momento en los cuales se hace lo contrario: no se busca el bien común; quienes tienen el deber de proteger al pueblo y sus derechos humanos sólo fortalecen su una parcialidad política que no toma en cuenta el bienestar del pueblo; y, en vez de un verdadero diálogo sin la participación del pueblo, se realizan negociaciones que huelen más bien a pactos de élites, para consolidar los propios intereses. Por eso, aún así, soñamos con el respeto a la dignidad de todos, en especial de los más pequeños: te lo pedimos y que sea muy pronto.

6]

Sueño, Palabra Creadora, que las riquezas materiales de nuestra nación estén al servicio de todos sin excepción. Que ellas no sean fuentes de enriquecimiento para unos muy pocos, causa de corrupción e interés salvaje y devorador de multinacionales a las que no les duele el país. Señor, nuestro sueño lleva una plegaria dirigida a Ti: lo que sucede en el arco minero y lo que se pretende hacer en Valle Plateado y otros sitios de los Andes venezolanos sea frenado. No permitas la destrucción de la casa común que nos alberga. Que nuestro sueño haga realidad la enseñanza de tu Palabra de vida: que seamos tan hijos del Padre Dios y tan hermanos entre nosotros, para así poner todo en común y que nadie pase necesidad.

 

  • TENGO EL SUEÑO DE LOS TESTIGOS DEL RESUCITADO

7]

Nos has convertido en testigos de tu Resurrección, y con ello nos has dado la fuerza del Espíritu Santo. Sueño que todos los miembros de la Iglesia en el Táchira y Venezuela seamos de verdad tus testigos. Contamos con los dones de tu Santo Espíritu para producir los frutos de amor, paz, misericordia, reconciliación… Sueño que podamos mantener las manos en el arado y seguir adelante venciendo toda dificultad y esperando contra toda esperanza. Sueño que seamos, en nuestro país, mediante nuestro testimonio, páginas vivas del Evangelio de la liberación.

8]

¡Qué hermoso es saber que nos has convertido en luz del mundo y sal de la tierra! Sueño que no nos dejemos vencer por el maligno Y la oscurana del pecado. Bien sabes cómo hay muchos creyentes en Ti que lamentablemente han hecho la opción por el pecado: tantos dedicados y sometidos a la corrupción; tanta gente dedicada al comercio de muerte con el narcotráfico; tantas personas que comercian con seres humanos en el tráfico de personas y la trata de blancas; tantos hermanos que prefieren la violencia como estilo de vida; tantos usurpadores de lo legítimo que destruyen la herencia recibida de nuestros antepasados… por ello, los que buscan la auténtica paz y libertad, prefieren a los testigos y no a quienes pontifican verdades a medias o imponen sus mentiras como si fueran la verdad.

9]

Tengo el sueño de seguir avizorando el futuro de nuestra Iglesia, con el gusto espiritual de ser pueblo. Es el sueño que ve a los sacerdotes, ministros al lado de su gente como pastores con olor a ovejas; a las religiosas decididas a caminar con el pueblo y con la conciencia de ser signos del Reino de Dios; a los laicos metidos en todas las comunidades haciendo real la fuerza de la Palabra y de la única Verdad que libera; a los jóvenes creyentes capaces de vencer los embates del individualismo para fortalecer la solidaridad; a los seminaristas, ilusión de esperanza para nuestra misma Iglesia… Tengo el sueño de ser fieles a tu Santo Espíritu en una Iglesia con sabor a pueblo que promueve y defiende la vida.

 

  1. TENGO EL SUEÑO DE SER TUS DISCIPULOS MISIONEROS.

10]

Como tus seguidores, por el bautismo, nos hemos identificado contigo. Tengo el sueño de ser el reflejo de tu rostro sereno. Tus discípulos lo pueden ser en el día a día de sus trabajos y acciones al actuar en tu nombre. Tengo el sueño de que, al hacerlo, podamos conseguir nuevos discípulos, recuperar a los entibiecidos e invitar a los hundidos en el fango del pecado a que se conviertan. A ellos, les decimos de tu parte que te den un amplio lugar en sus corazones (cf. JUAN CRISTOSTOMO).

11]

Tengo el sueño de poder reflejar en nuestros rostros la alegría de las bienaventuranzas siendo pobres de espíritu, misericordiosos y compasivos, limpios de corazón, constructores de la paz y libres de cualquier miedo ante incomprensiones, burlas y hasta persecuciones. Es el sueño de darte a conocer como lo que eres: el Dios humanado, salvador, testigo fiel, centro de nuestra existencia.

12]

Tengo el sueño de imitarte cual divino Maestro que eres. Por eso,  esperamos que ese sueño se pueda concretar con la caridad del buen samaritano, con la conversión de Zaqueo, dando de comer al hambriento y haciendo realidad el mandamiento del amor. Tengo el sueño de poner en práctica la enseñanza del pobrecillo de Asís y así donde haya odio, venganza, ventajismo, retaliación, sembremos el amor… Es el sueño de ser como Tú: capaces de despojarnos de nuestras prerrogativas y privilegios para estar de verdad al lado de los pobres, los pequeños, los excluidos y menospreciados. Es el sueño de ser discípulos capaces de entusiasmar a muchos a seguirte y hacer que siga creciendo el número de los que quieren salvarse.

 

  1.  QUEREMOS VENCER LAS PESADILLAS.

13],

Santo Cristo del Rostro Sereno, ante Ti, reconocemos que a veces tenemos algunas pesadillas perturbadoras de nuestra serenidad y que pretenden romper nuestros buenos sueños. En primer lugar, las más cercanas, efectos de nuestros egoísmos y pecados personales. Son esas pesadillas de creernos más y mejores que los demás, las del alejamiento de tu Padre Dios, las de la mediocridad y conformismo. Nos cansan y crean desilusión a la vez que nos encierran en laberintos de angustia y desconsuelo. Terminan por minar nuestra confianza en Ti.

14]

Las otras provienen de actitudes dentro de la sociedad. Son causadas por la indiferencia ante lo que debemos ser y hacer, las de una falsa esperanza que consiste en aguardar que otros sean quienes vengan a solucionar nuestros problemas. Son las nacidas del relativismo ético que pretende vaciar los principios y valores morales; secuela de esto lo constituyen la amoralidad, la negación de la centralidad de la persona humana y la falta de temor de Dios. Terminan por desalentarnos y prescindir de Ti.

15]

Y las peores pesadillas nacen del pecado del mundo. Nos toca sufrirlas por la prepotencia de quienes se consideran los dueños de un poder omnímodo. Es la pesadilla de la corrupción que destruye toda sana convivencia y desemboca en el menosprecio de la persona humana. Ese menosprecio es tal que no importa si el pueblo pasa hambre o los enfermos no son atendidos dignamente o los niños mueren de desnutrición. Con ese mismo menosprecio los ojos del corazón se ciegan y la inteligencia y el espíritu se embrutecen. Por ello, no duelen los perdigonazos en el rostro juvenil de Rufo Chacón y mucho menos las torturas que terminarán por asesinar a hermanos como el Capitán Acosta. Es una verdadera pesadilla que provoca tal miedo en quienes debían protestar ante la tortura y muerte del compañero que les impide reaccionar. Es la pesadilla del silencio cómplice, sólo para no perder los privilegios y posiciones adquiridas. No importa el dolor ni el empobrecimiento de la gente. Lo peor es que todo se pretende justificar con mentiras tras mentiras. Buscan  justificaciones en supuestas guerras económicas y fantasiosos ataques cibernéticos no existentes. En todo caso, si éstos existieran podríamos decir que son los que han vaciado la mente de los dominados por el pecado del mundo hasta endurecer su cerviz. Santo Cristo, porque somos capaces de soñar sueños de libertad, te preguntamos “¿Hasta cuándo vamos a soportar esta pesadilla que acogota al pueblo venezolano?”

 

  1. EL SUEÑO DE UNA IGLESIA CON SABOR A PUEBLO.

16]

Al comprobar nuevamente como miles y miles de peregrinos acuden a Ti con la confianza plena en tu amor, sueño con una Iglesia con sabor a pueblo, en salida y pobre con los pobres, que proclama la Palabra que hace arder los corazones y celebra la comunión de todos en la expresión eucarística de la Nueva Alianza. Soñamos con esa Iglesia de puertas abiertas que atiende solidariamente a todos, que camina las sendas de la humanidad y se la juega por la gente. En el Táchira es la Iglesia que soñamos y tratamos de edificar.

17]

Soñamos el sueño de los hijos de María del Táchira, quien desde su vivencia de madre dolorosa es consoladora. Soñamos poder seguir realizando las maravillas de tu Padre Dios, de su misericordia de generación en generación a través de la pequeñez de tus siervos. Soñamos poder cumplir la voluntad del Padre como lo supo hacer María, para enaltecer a los humildes y colmar a los hambrientos de bienes. Soñamos poder cumplir siempre el deseo de tu Madre y entonces hacer lo que Tú nos dices.

18]

Ante Ti, cuales peregrinos de todos los tiempos y lugares, reafirmamos que podemos hacer realidad los sueños que te hemos presentado, al imitarte y dar testimonio de tu amor. Sabemos que en las tempestades y pesadillas que nos azotan, Tú estás en nuestra barca y no permitirás que zozobremos. Te has hecho uno de nosotros y tus brazos amorosos nos sostienen y protegen. Con el empuje de tu gracia queremos que también nuestros brazos sostengan a los más débiles, acompañen a tu pueblo y acojan a quienes se arriesguen a regresar como lo supo hacer el hijo pródigo. Esos brazos están permanentemente abiertos para perdonar y purificar a los hundidos en el pecado del mundo, ayudándolos a asumir sus responsabilidades ante la justicia, No se cierran ni empuñan ningún mazo con el cual golpear y transmitir odio, venganza, ofensas, retaliación… Al contrario, están bien dispuestos para continuar edificando en Venezuela tu Reino de justicia, paz y libertad en el amor. Sabemos que eres el centro de nuestra vida, el principio y el fin, el único y verdaderamente eterno. Te proclamamos como el Dios humanado que, con el rostro sereno de tu entrega en la cruz liberadora has sido eres y serás por siempre el único y verdadero protector del Táchira y Venezuela. Amén.

 

+MARIO MORONTA R., OBISPO DE SAN CRISTÓBAL

LA GRITA 6 DE AGOSTO DEL AÑO 2019.

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