En el antiguo continente durante el medioevo las parroquias eran constituidas en pueblitos con unas decenas de familias. En América Latina en la actualidad las comunidades son “Mega Parroquias” comparadas con aquella antigua estructura. En nuestra Iglesia Local de San Cristóbal tenemos parroquias urbanas que oscilan entre 5.000 y 30.000 bautizados.
Una multiplicación en red.
El documento de Aparecida nos recomienda una renovación de las parroquias mediante “la multiplicación en red de comunidades”, antiguas y nuevas, discipulares y misioneras (Cfr. 178-180). Es necesario formar la conciencia de ser casas y escuelas de comunión filial y fraterna mediante la acogida, la oración, la formación, el servicio y la alegría.
En otras palabras, es formar “Comunidad de Comunidades”, comunidades con sentido de pertenencia a nivel vicarial y diocesano. Es planificar “Orientaciones o Líneas Pastorales” de un Plan Trienal a nivel diocesano, “Proyectos” a nivel vicarial y de los secretariados de la pastoral diocesana, para finalizar una “Planificación” pastoral desde una reflexión teológica en cada parroquia; originando participación y comunión desde lo que “Dios quiere aquí y ahora”, sin copiar modelos de otros lugares, que hacen que se pierda la oportunidad de encarnar una fe creída con una fe vivida.
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En esto nos ayudará mucho la sectorización, que venimos trabajando desde hace más de dos décadas por medio de las Comunidades Eclesiales de Base (CEBs) en la Diócesis de San Cristóbal. Esto ofrece una presencia más cercana y un servicio más eficaz, que permite un equilibrio entre el “alargamiento o extensión” hacia unidades mayores que la parroquia como las vicarías, arciprestazgos, secretariados y coordinaciones diocesanas de los grupos o movimientos de apostolado, y la “capilarización” hacia unidades más pequeñas como las aldeas, sectores, urbanizaciones, edificios, CEBs, movimientos y grupos parroquiales.
Aparecida nos recuerda que es aconsejable la sectorización en unidades territoriales más pequeñas, con equipos de animación y coordinación que permitan una mayor proximidad a las personas y los grupos que viven en el territorio, sobre todo animar a que estas comunidades sean acompañadas y coordinadas por familias que como Iglesias domésticas desde su experiencia de fe y testimonio en la vida cotidiana, iluminan la fe y vida de los hermanos (Cfr. 372).
Sectorización
Desde las orientaciones pastorales diocesanas, la parroquia se divide en sectores de acuerdo a características que los agrupen a nivel social y cultural, la idea es buscar rehacer el tejido social y abrir participación de todos los bautizados.
El párroco y el consejo pastoral parroquial delimitan los sectores (CEBs) a través de un discernimiento pastoral, es decir, es necesario tener presente confines naturales, lugares de convergencia, grupos culturales homogéneos, unidades urbanísticas que varían según los barrios, urbanizaciones, torres, sectores.
En cada sector debe establecerse un equipo de coordinación y animación de laicos vecinos, es interesante que sean familias, que coordinen la red de mensajeros que comunican la parroquia con las familias y se convierten en misioneros a través de las visitas a los hogares, los enfermos, prestan formación, crean momentos de oración y vivencia de la religiosidad popular entre otros espacios para expresar la fe.
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El párroco y el equipo animador de cada sector procura que cada una de las CEBs tenga una sede de encuentro, oración y misión (capilla, casa o centro comunitario) en donde puedan reunirse los agentes pastorales o familia animadora que coordina la CEBs junto con las familias vecinas. Esto permitirá orar, formarse y organizar actividades donde cada uno sea un discípulo misionero. Esto asegura la comunión con la comunidad parroquial, siendo cada familia animadora enlace entre la parroquia y las CEBs.
Las CEBs revitalizan y descentralizan a la parroquia y multiplican los servicios para llegar a las multitudes de jóvenes alejados. La sectorización se inserta en una secuencia de estrategias pastorales que ayudarán a ser mejores ciudadanos y cristianos.
Por tanto, una nueva evangelización “desde y para el pueblo urbano” reclama una mayor presencia física, espiritual y simbólica en los barrios y sectores de la ciudad, por medio de una nueva encarnación de la institución parroquial que responda a las actuales inquietudes espirituales. La parroquia debe ser una comunidad donde la Iglesia se hace pueblo.
Pbro. Jhonny Zambrano